La industria de los cruceros, en guerra contra las emisiones y la mala imagen

Fue precisamente en Barcelona, una ciudad donde el debate en torno a los cruceros y el impacto del turismo sigue vivo –pese a que su principal agitadora, la exalcaldesa Ada Colau, ya no gobierna–, que la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA) quiso mostrar con datos que el citado debate está distorsionado, a la vez que presumía de las acciones que la industria lleva a cabo para reducir su huella ambiental.

La patronal de los cruceros lo hizo de la mano de MSC, una de las grandes navieras mundiales y que en el campo de los cruceros saca pecho con el World Europa, el viernes atracado en Barcelona, y que es el primer barco de su flota en ser propulsado por gas natural licuado (GNL), actualmente el combustible más limpio y eficiente disponible comercialmente a la escala necesaria y que reduce las emisiones de óxido de azufre en un 99%, los óxidos de nitrógeno en un 85% y las emisiones de Co2 en un 25%. El cambio es sustancial, pero no deja de ser un «estadio intermedio» hacia el uso de combustibles de origen no fósil, tal y como explicaba este viernes la vicepresidenta de sostenibilidad de MSC, Linden Copell. En el horizonte, el bio-GNL o los combustibles sintéticos, imprescindibles para alcanzar el objetivo de cero emisiones en 2050 al que se ha comprometido la industria.

Según un informe publicado esta misma semana por la CLIA, la cartera de pedidos actual señala que está prevista la construcción de 44 cruceros en los próximos cinco años, lo que supone una inversión de 62.000 millones de dólares desde 2019. De estas embarcaciones, 25 estarán propulsadas por GNL y siete utilizarán metanol o podrán utilizarlo. «El compromiso de las navieras existe, necesitamos también que los estados empujen y fomenten la investigación en nuevos combustibles», explica a ABC Alfredo Serrano, director de CLIA en España.

A corto plazo, y respecto al impacto en las ciudades, el mayor avance llegará cuando se generalice la conexión de los buques a la red eléctrica de tierra. Y ahí, el contraste es evidente: mientras que 120 barcos (el 46% del total ahora, el 72% en 2028)) de las navieras asociadas a CLIA cuentan con la tecnología para esta conexión, sólo 32 puertos, la mayoría en el norte de Europa (el 2% a nivel mundial), cuentan con muelles electrificados. El Puerto de Barcelona ya está trabajando en ello, con una inversión no menor: 130 millones de euros.

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Las inversiones están en marcha, pero la batalla por ganarse a una opinión pública muy sensibilizada no es fácil. Al respecto, desde la CLIA tratan de aportar datos para relativizar el impacto real de los cruceros en materia de contaminación. Así, se recuerda que el transporte marítimo es responsable del 3% de las emisiones de Co2 mundiales, y de este porcentaje, sólo el 4% corresponde a los cruceros. «Por tanto, únicamente el 0,12% de todas las emisiones mundiales son atribuibles a los cruceros», recuerda Serrano.

Las explicaciones de la patronal de los cruceros llegan a los pocos días del anuncio por parte de la Generalitat de la nueva tasa a los buques contaminantes, que espera recaudar entre siete y ocho millones al año (1.400 euros para un crucero como el de MSC). La industria lo tiene claro. «Las medidas tomadas a nivel local no son la solución a un problema global», zanja la patronal de los cruceros.