El gran apagón ilumina una nueva era en el almacenamiento para autoconsumo

Por tanto, podría haber llegado el momento para dar una segunda oportunidad al despliegue del almacenamiento para autoconsumo, que ha sufrido un frenazo en los dos últimos años. En 2024 se instalaron un 34% menos baterías en estos sistemas, según la Unión Española Fotovoltaica (UNEF). Claro que el autoconsumo (con o sin pilas para acumular energía) también desaceleró su crecimiento un 31%, tras una época de esplendor (2021, 2022 y parte de 2023) favorecida por los elevados precios de la electricidad y las ayudas que llegaban a través de los fondos Next Generation para acometer estas instalaciones. «Con los precios tan altos del gas y de la electricidad, cualquier instalación que ahorrara energía compensaba, pero cuando los precios se estabilizaron ni el autoconsumo ni las baterías resultaron atractivos», cuenta Raúl García Posada, director de Asociación Española de Almacenamiento de Energía (Asealen).

Y esa tónica ha continuado en 2025. Según UNEF, el ritmo de crecimiento del autoconsumo fotovoltaico ha caído un 17% en el primer trimestre del año. Se realizan menos instalaciones «porque la población tiene la percepción de que la electricidad ha bajado de precio. Sin duda no es tan cara como en 2022, pero tampoco tan barata como en 2019. Y la gente se ha desanimado porque se han agotado las ayudas de los fondos europeos y además han visto que llegan demasiado tarde. Hay consumidores que las solicitaron en 2022 y todavía están esperando recibirlas», señala Héctor de Lama, director técnico de UNEF.

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UNEF estima que solo el 10% de las instalaciones de autoconsumo cuentan con baterías y que en total sumarán 2.205 MWh. Por su parte, Asealen da cifra más bajas y considera que hay instalados unos 700 MWh en baterías detrás de contadores de autoconsumo. «Más del 95% de las baterías instaladas en España están detrás del contador, en su mayoría integradas en proyectos de autoconsumo», valora Joan Macías.

Pero la realidad es que millones de paneles fotovoltaicos que se encuentran en los tejados de viviendas, industrias y comercios no están conectados a unas baterías, desaprovechando así un gran potencial. Porque en las horas solares, si la energía generada por estos paneles fotovoltaicos no se consume en el momento, se pierde. Sin embargo, si esa energía se almacena en pilas destinadas para ello, podemos utilizarla en otros momentos del día, sin tener que acudir a la red eléctrica.

Tirar de las baterías resulta especialmente interesante en horas punta, cuando la demanda aumenta y los precios de la luz suben. Así ahorramos en la factura. «Las horas más caras suelen ser al final de la tarde y durante la cena, de 18 a 22 horas. Son caras porque hay menos renovables generando electricidad y entran en el sistemas las centrales de ciclo combinado y gas. Además a esas horas también pagamos peajes más altos por las redes eléctricas porque están más congestionadas. Si se consume de las baterías a las 21 horas de la noche, también descongestionamos y optimizamos las redes eléctricas, en lugar de sobredimensionarlas para unas pocas horas. Esto significa que a largo plazo se reduce la inversión que hace falta en esas redes. Lo hemos visto en horas solares, que el autoconsumo descongestiona muchísimo la red», expone Héctor de Lama.

Y los ahorros son considerables. Sirvan los datos de esta misma semana. Según Red Eléctrica, el pasado martes 15 de julio el precio de la electricidad a las 14.30h era de 0,078 euros el kwh. A las 22.30h (ya sin sol) ascendía a 0,268 euros. Es decir, «el precio a la hora de cenar era 3,4 veces (340%) más elevado que el precio que tenemos en horas solares», apunta De Lama. Es lo que nos hubiéramos ahorrado utilizando la energía acumulada en una batería. «Con instalaciones de autoconsumo con baterías en el sector residencial se puede llegar hasta un 70% de ahorro en la factura», asegura Luis Gutiérrez, responsable de Smart Solar de Iberdrola. «Además, aportan independencia energética, estabilidad frente a posibles cortes de suministro y mayor capacidad de gestión del consumo», añaden los expertos de BatteryPlat, la plataforma tecnológica y de innovación española de almacenamiento de energía.

Hay una segunda vía que se puede aprovechar: los excedentes acumulados en las baterías también se pueden vender a la red en esas horas punta, aunque no resulta tan rentable como utilizarlos para el consumo propio. «Por los excedentes no nos pagan tanto. El ahorro es mayor en la factura de la luz cuando se autoconsume que los beneficios que vamos a obtener de vender nuestros excedentes», considera De Lama.

Y esas ventajas son trasladables al sector industrial, que además es el que cuenta con más potencia instalada para autoconsumo: 6,3 GW de los 8,5 GW totales que hay de autoconsumo en todo el país, según datos de Appa Renovables. «Los ahorros son importantes porque el suministro se adapta a la demanda y no al revés. Hay que estudiar cada caso, pero muchas empresas empiezan con una pequeña instalación de baterías y al año están pidiendo duplicar la capacidad de almacenamiento. Los números salen. El autoconsumo en España, con las horas de sol que tenemos, es una autopista hacia la competitividad empresarial», afirma Jon Macías. Además, «las industrias que pagan peajes por consumir mucho, se ahorrarían esas penalizaciones con la baterías», añade De Lama.

En el sector industrial la casuística para emplear baterías resulta muy diversa, como apunta Raúl García: «En un polígono industrial una actividad de 8 de la mañana a 6 de la tarde, quizás las baterías no produzcan grandes ahorros, pero para equipos que trabajan hasta bien entrada la tarde el ahorro es claro porque reduce los consumos en horas punta. Las baterías también permiten almacenar, por ejemplo, los fines de semana que no hay actividad y llevar esa energía a otros días de la semana».

En resumen, como exponen los expertos de BatteryPlat: «En el caso de industrias o comercios, las baterías aseguran en el tiempo el precio de la electricidad aislándose de los vaivenes del mercado, reducen los costes asociados a la energía en horas punta, participan en servicios de respuesta a la demanda eléctrica e incluso valorizan la sostenibilidad d su actividad ante cliente y administraciones».

Otra de las ventajas que ofrece el almacenamiento en baterías para autoconsumo es su flexibilidad y esto también redunda en el sistema. La idea es que en el futuro «todas esas miles de baterías incluso las de los vehículos eléctricos funcionen como un gran sistema distribuido que ayudará a dar equilibrio, estabilidad, respuesta y mayor rentabilidad al sistema», cree Raúl García.

Hasta ahora el autoconsumo se ha desarrollado sobre todo en industrias, comercios y viviendas unifamiliares. Pero existe otro filón por aprovechar como los tejados de los edificios de viviendas, en los que residen más de dos tercios de la población española. «Tenemos una superficie interesante en las ciudades que no se está aprovechando. En las comunidades de vecinos puede instalarse un sistema de respaldo para consumos críticos como la caldera del edificio, el ascensor, el videoportero y sistemas de telecomunicaciones», indica Raúl García. «Incluso los excedentes acumulados en la batería se pueden asignar a cada vecino para su propio consumo», dice De Lama.

Además ya no son tan caras como años atrás. «Los costes de las baterías se han desplomado. Ahora son un tercio más baratas que hace cinco años», asegura De Lama. «Con los cálculos del año pasado, que el mercado estaba más barato, un autoconsumo residencial se pagaba con los ahorros en ocho años y uno industrial en menos de siete. Con los precios de este año, el retorno de la inversión se consigue en un tiempo aún menor», dice Jon Macías.

Esto también está resultando atractivo para llevar a cabo estas instalaciones. «La bajada de precios ha empezado a despertar el interés desde todos los segmentos. Especialmente en el sector industrial, donde encuentran en las baterías, por ejemplo, una solución a los excesos de potencia que se producen, gracias a la función de 'peak shaving' incluida en la mayoría de sus controladores» destaca Luis Gutiérrez.

En la actualidad las baterías más utilizadas para autoconsumo son las de ion de litio, sobre todo para uso residencial y comercial. La industria busca que sean más sostenibles, económicas, seguras y eficientes. «Tienen una alta eficiencia, una larga vida útil, un tamaño compacto y precios cada vez más competitivos. La innovación en este tipo de baterías se centra en mejorar su seguridad, mediante mejoras en las prestaciones químicas, alargar su vida útil con nuevos materiales y reducir su impacto ambiental mediante la incorporación de materiales reciclados en nuevas baterías. Además se buscan procesos de fabricación más sostenibles y diseños orientados al reciclaje», exponen desde la plataforma BatteryPlat.

A la par se trabaja en la investigación de nuevas tecnologías emergentes para reducir la dependencia de materiales críticos y mejorar la reciclabilidad. Por ejemplo, las baterías de sodio-ion «utilizan materiales más abundantes y, a priori, más económicos», indican desde BatteryPlat. Incluso se avanza en reutilizar baterías de vehículos eléctricos para que tengan una segunda vida en instalaciones de autoconsumo.

Y en esta cadena de valor no faltan actores europeos y españoles. Si bien las celdas de las baterías provienen de China, «contamos con una emergente industria dedicada al ensamblaje de los componentes, integración de sistemas, electrónica de control, software de gestión energética y reciclaje. España tiene capacidades tecnológicas y empresariales en varias fases de la cadena, como la electrónica de potencia, la integración de sistemas y la segunda vida de baterías», apuntan desde BatteryPlat. Toda una pista de oportunidades para que las baterías detrás de contador despeguen en nuestro país junto al autoconsumo.