China se anota un crecimiento del 5,4% en el cuarto trimestre de 2024 y clava su objetivo anual

La Oficina Nacional de Estadística (ONE) ha organizado esta mañana una rueda de prensa para divulgar el retrato socioeconómico del país. Junto al PIB, el comisionado del organismo, Kang Yi, ha compartido los cómputos anuales de otras métricas, evidencias de los acuciantes desequilibrios estructurales del modelo chino.

Ninguno resulta tan evidente como la crisis demográfica. En 2024 la población china cayó por tercer año consecutivo, perdiendo 1,39 millones de personas hasta los 1.408 millones. No resultó suficiente el repunte de los nacimientos –el primero en una década– a 9,54 millones desde los 9,02 de 2023, precedente que constituía la marca más baja en la serie histórica desde que comenzaron los registros en 1949.

Las ventas al por menor, trasunto del consumo, se anotaron una tímida subida del 3,5% anual, lejos de la producción industrial que saltó un 5,8%. La diferencia entre estos dos guarismos ilustra el cacareado exceso de capacidad de la industria china, lo que se traduce en mayores remesas al extranjero con sus consiguientes tensiones geopolíticas, motivadas tanto por el acaparamiento de industrias sensibles –véase vehículos eléctricos– como por la falta de reciprocidad en términos de acceso al mercado. La matemática, en efecto, acompaña: de acuerdo a registros aduaneros, las exportaciones chinas aumentaron un 5,9% anual en 2024 hasta los 25,45 billones de yuanes (3,37 billones de euros), nuevo récord histórico.

El sector inmobiliario y su espiral de deuda constituye otro ámbito amenazante, aunque el análisis de la ONE presenta una estabilización de los precios. Entre una muestra de 70 ciudades de tamaño grande y mediano, diciembre dejó incrementos mensuales en los costes de nueva vivienda para 23 de ellas frente a las 17 de diciembre, arrojando un alza media del 0,2%.

La encuesta de desempleo urbano –que no contabiliza grandes masas de trabajadores migrantes– cerró el año en el 5,1%, una décima menos que en 2023; y en el 16,1% para los menores de 25 años, cuatro décimas porcentuales por debajo del mes anterior en su cuarta caída consecutiva.

China, evaluado y evaluador, cierra así el año con los deberes supuestamente hechos. Otras lecturas, sin embargo, resultan menos halagüeñas. Un informe publicado a finales de diciembre por el centro de estudios estadounidense Rhodium Group calculaba que la economía china habría crecido en realidad entre un 2,4 y un 2,8%, incidiendo en la diferencia entre la estabilidad de las cifras oficiales y los estímulos activados en el segundo semestre.

«En términos generales, la economía nacional se mantuvo estable y avanzó de manera constante en 2024», ha señalado hoy Kang Yi. «Sin embargo, debemos ser conscientes de que los efectos adversos provocados por el entorno externo están aumentando». El comisionado de la ONE hacía así referencia velada a la inminente llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y el posible estallido de una segunda guerra comercial entre las dos potencias, con aranceles de hasta el 60%. La perspectiva de nuevas restricciones, de hecho, ha incentivado las transacciones por adelantado, lo que junto a los estímulos ha impulsado la actividad económica este último trimestre.

«La demanda interna es insuficiente, algunas empresas tienen dificultades en la producción y operación, y la economía aún afronta desafíos», ha alertado Kang. «Debemos implementar políticas macroeconómicas más proactivas y efectivas, expandir la demanda interna, promover avances integrados en innovación tecnológica e industrial, estabilizar las expectativas del mercado e impulsar la vitalidad interna para garantizar la recuperación y el desarrollo económicos continuos».

Las profecías, mientras tanto, se renuevan para volver a quedar por delante. «Esperamos que el crecimiento se ralentice aún más en 2025 en su conjunto», prevé Zichun Huang, economista de Capital Economics, en un informe difundido tras conocerse los datos anuales, «ya que es probable que Trump cumpla pronto con sus amenazas arancelarias y los desequilibrios estructurales persistentes aún pesen sobre la economía».