La posmentira de Sánchez y su brigada de la trola

Se ha agarrado al manual de resistencia como un náufrago se aferra a un neumático flotando, pero ahí no hay soluciones porque él es el problema. Sánchez y su ‘Nadie’ Calviño saben que la inflación ha hecho metástasis en los huesos del país y ahora es cosa de paliativos. Convencido de que una mentira repetida mil veces puede tomar algo de verdad, ahora quiere enfrentar a los españoles a enemigos sin cara: una pandemia, una guerra, un volcán o una tormenta de arena. Tanto da. Entonces, usted y yo nos acabaremos preguntando: ¿a quién culpo?

Es ahí donde entra el tramposo pacto de rentas, que no es más que ponerle música al camino del cadalso. Para ello deben convencernos de que el retorno a lo que había es imposible y que ahora, simplemente, hay que elegir qué recuerdos abandonar para siempre. Sánchez y sus jaleadores buscan a la desesperada una unión de afectados, un viaje a la promisión. Nos quieren no solo derrotados sino confundidos. Ahora somos emigrantes hacia esa nueva tierra que nos ofrece el socialcomunismo; después nos harán vagabundos a la fuerza. ¿No habíamos salido más fuertes? ¿En qué quedó la reconstrucción de la Europa solidaria? ¿Y el maná de los Next Generation? Ya están tardando en salir a aplaudir a las ocho de la tarde. Es El Dorado de Sánchez, la postmentira sin límites, el embuste mientras pueda que aquí no pasa nada.

Y para envenenarnos más tienen la caradura de estirar el chicle del ahora ponemos las medidas en marcha, que por la invasión de Putin se nos han ido los precios de las manos y hay que reaccionar. Eso sí, justo cuando acabe el trimestre para seguir arramplando ingresos por esa galopante inflación que era transitoria. ¡La de veces que desde este mismo espacio he reiterado que de transitoria ‘nanai’! Siempre, absolutamente siempre, hay que contar con acontecimientos inesperados que pueden torcer las cosas –como la economía doméstica presidente, ¿o es que usted no se la gestiona? ¡que nos pregunten al resto de ciudadanos!–, sobre todo en una economía que NO, señor presidente y señora ministra de economía, NO estaba recuperada.

De hecho, debido a su debilidad miren cómo estamos ahora respecto a nuestros vecinos, tras los datos conocidos de la tasa de inflación del recién cerrado mes de marzo: Alemania 7,6%; Italia 7%; Eslovenia 5,4%; Portugal 5,5% (¿y estamos en la misma isla energética?); Francia 5,1%; y España... ¡9,8%!, el único país de Europa donde la tarifa regulada por el Gobierno está ligada al precio diario y encadena impuestos sobre impuestos. ¿Saben qué significa una inflación del nivel español? Pues para un sueldo, por ejemplo, de 26.000 euros, implica que al año ese ciudadano es casi 2.600 euros más pobre (216 euros al mes), o como si anualmente dejase de cobrar el salario de 1,4 meses.

¡Estupendo! ¿verdad? ¿Somos o no somos más pobres desde que está el Gobierno Sánchez en el poder? Pero no, la solución no es bajar impuestos, porque según la ministra de la cuestión, mi tocaya María Jesús Montero, «es debilitar el Estado del Bienestar». ¿Y si suprimimos el Ministerio de Igualdad, que tira literalmente el dinero de los españoles por el desagüe, y despedimos a esos casi mil asesores puestos a dedo que no han hecho su trabajo porque miren como está el país, se debilita el Estado del Bienestar ministra?

Y es que el problema de España es perfectamente identificable: es la insensatez de un Gobierno bueno para nada. La inflación, que oculta la recesión, son apenas síntomas de lo que viene, donde nadie quiere decir todavía que las pensiones no se podrán referenciar al IPC, que los convenios tampoco y que al funcionariado le va a ocurrir más de lo mismo. Pero antes Sánchez necesita convencernos de que esto es problema de Putin, que es tanto como decir que es de nadie y que no tiene arreglo. Luego, cautivos y rendidos, ya habrá tiempo de echarnos encima la dura realidad. Sánchez no ha salido todavía de su último acto laudatorio cuando prepara el siguiente: mañana, sin ir más lejos, para decirnos «Levántate anda». ¿Pero no se cansa este hombre de atormentarnos a los demás? Pues eso, levantémonos, sí, pero por nuestros propios medios... solo que esta vez la economía no es que esté muerta, es que está mal enterrada.

Lo contrario a la posmentira de Sánchez –este señor va mucho más allá de la mentira– no es la posverdad: es la verdad. Y esa es la primera víctima del plan de guerra de Sánchez y su brigada de la trola.