La verdadera hora «D» de las reformas

Juan Velarde Fuertes, Santiago Carbó y Rafael Pampillón coinciden en que españa debe dar pasos firmes si quiere ganarse la confianza de los mercados. La solución se llama reformas

La verdadera hora «D» de las reformas ERNESTO AGUDO

POR MARÍA JESÚS PÉREZ Y SUSANA ALCELAY

Tres reputados economistas analizan para Empresa el delicado momento por el que atraviesa la economía española, su futuro y las recetas para salir del bache, que pasan —coinciden todos—, por reformas drásticas en las cajas de ahorros, pensiones, mercado laboral, negociación colectiva y autonomías.

Rescate ... a España

Santiago Carbó: Las últimas bajadas de la prima de riesgo son esperanzadoras pero está por ver la evolución futura de la prima. Aún habrá que esperar, en todo caso, a una concreción y materialización de las reformas y, una vez más, la comunicación y la convicción que mostremos serán esenciales.

Esperemos que nuestros socios europeos también ayuden dando una imagen más unificada respecto al euro y lo que la moneda única implica.

Juan Velarde Fuertes: Soy muy pesimista. Cuando un país tiene que pedir que avalen su deuda y el conjunto de su sistema productivo no va a originar ninguna posibilidad de que esa deuda se devuelva por problemas como la falta de competitividad, ese país está condenado. La preguntas ahora son: ¿seremos capaces de reaccionar? ¿de crear una economía competitiva?

Rafael Pampillón: No creo haya rescate a España.

Visita del FMI

J. V. F.: De visita rutinaria nada de nada. Claro que los técnicos del FMI vienen anualmente a España un par de veces, pero en esta ocasión la visita ha coincidido con una situación muy complicada para España; han venido con el objetivo de analizar qué está pasando con el sistema bancario, y, sobre todo, con las cajas de ahorros. Como viejo veterano de la administración española puedo asegurar que este tipo de visitas no son casualidad.

S. C.: La visita es rutinaria por su periodicidad pero hay que reconocer que se le ha concedido importancia porque es un momento fundamental. Pero ahora es el momento de concretar las reformas y eso es probablemente lo que más importa al FMI.

R. P.: La visita del FMI se interpreta como una necesidad de obtener información de primera mano de los problemas económicos de España: 1) el sector público, especialmente las comunidades autónomas; 2) el sistema bancario, y más concretamente las cajas de ahorros, y 3) cómo se puede resolver el problema del desempleo.

Lo que queda por hacer

S. C.: Los últimos datos económicos son más favorables pero es muy pronto para decir si se producirá una paulatina mejora en la prima de riesgo. Ahora hay que abordar dos asuntos para que no tengamos problemas adicionales. El primero, continuar con el capítulo de reformas, austeridad y credibilidad. Y el segundo, que la zona euro sea capaz de generar confianza sobre los mecanismos de resolución de la crisis. Si se trabaja en estas dos vías se pueden reducir paulatinamente los problemas, porque la economía mundial está creciendo. Pero no hay que olvidar que tenemos mucha deuda privada y que tendremos que crecer mucho. Y ésta es la gran duda.

R. P.: Sólo si crecemos con más exportaciones ganaremos competitividad, obtendremos ingresos fiscales, las empresas podrán devolver sus deudas y saldremos de la crisis. Lo peor es que este Gobierno siga ahí, porque no tiene capacidad para hacer las reformas que necesita España ni credibilidad en el exterior. Y la única manera de convencer a los mercados es hacer más de lo que se nos pide. Abordar de una vez la reforma de las pensiones, del gasto público, de las autonomías y darse más prisa con las cajas, sin olvidar la reforma energética o el mercado laboral. Y no hay nada peor que anunciar una medida y no hacerla.

J. V. F.: Lo primero es decir la verdad a los españoles sobre la gravedad de la situación. Y, ahora mismo, alterar de arriba a abajo la política energética, eliminar la rigidez del mercado laboral, reformar el sistema crediticio, encanjándolo muy bien en Basilea III, reformar el Estado de Bienestar, facilitar los trámites para emprender negocios, reformar la realidad tributaria, cortar la política autonómica de intervención de la actividad económica, liquidar las empresas públicas que han proliferado en las autonomías y alterar el sistema educativo. Y en relación con la construcción de infraestructuras, tener en cuenta que se ha alterado la renta de situación de España, porque estamos rodeados del tráfico entre el mundo del Pacífico y la fuerte actividad del norte de Europa. Todo hay que ponerlo en marcha de forma inmediata y conjunta.

Cajas de ahorros

R. P.: El paso a seguir es nacionalizarlas de forma temporal y luego privatizarlas.

S. C.: Los ejercicios de estrés fueron un paso útil pero no suficiente. La foto no era mala y el esfuerzo español fue muy importante pero los píxeles de la foto no fueron suficientes. Probablemente, con los ejercicios de estrés y la mayor transparencia que saldrá en breve respecto a la exposición del riesgo inmobiliario, nos va a salir una foto más definida. Y puede que algunas entidades necesiten apoyos externos adicionales. Lo más preocupante es el estigma que se ha generado, como si las entidades financieras españolas, que han sido un ejemplo durante muchos años, ahora hubieran perdido buena parte de su valor, algo erróneo a todas luces. Probablemente no hemos estado acertados en explicar cuál es el problema, y ahora hay que confiar en que, con la mayor transparencia, los inversores tengan más confianza sobre la realidad del problema y a partir de ahí realicen un diagnóstico realista —y no tan pesimista— de la situación. Estamos en una crisis financiera con implicaciones mucho más duras que una crisis real y, sin duda, hay que hacer todo lo posible por resolverla. Creo que se han hecho muchísimas cosas en materia de reestructuración y de reforma legal de un sector tan importante como las cajas. Sin embargo, los mercados parecen exigir más y con prisas, algo muy poco favorable. La hoja de ruta viene marcada por los mercados. Necesitamos generar confianza en un conjunto de entidades que tienen un valor sustancial, aunque sean precisos nuevos sacrificios y apoyos públicos. Y necesitamos que estos inversores sepan cuáles son los riesgos reales y cómo se van a cubrir si hay problemas específicos.

J. V. F. Hay que convertir las cajas en sociedades anónimas de crédito normales, y abandonar el viejo sendero. La Obra Social, que se aduce para crear algo diferente, tuvo su sentido cuando no existía Estado de Bienestar, pero ahora, desde las pensiones o las atenciones médicas, a las becas, todo funciona. Lo que hay que hacer es que el sistema económico sea lo suficientemente fuerte como para que, por vía de impuestos, todo se pague normalmente. La etapa de la munificencia tuvo sentido en el siglo XIX y era gente ejemplar. Ahora esa gente ejemplar se ha sustituido por políticos locales que complican lo que impulsa la actividad económica. Esto no quiere decir que, por la vía de Fundaciones anejas a cualquier entidad de crédito se pueden hacer cosas similares a las de la Obra Social.

S. C. Creo que habría que hacer cambios en las cajas —y alguno adicional parece necesario— pero sería un error histórico que su función económico-social desapareciera o se viera dañada de modo significativo.Es un momento decisivo en el que hay que tener la cabeza fría para valorar la contribución diferencial que hacen y han hecho las cajas. Tienen una vinculación territorial del negocio muy fuerte. Y no deberían perderlo porque es donde tienen su valor. Las cajas deben distinguirse porque tienen un «saber hacer» en banca relacional muy importante. Los inversores privados, eso sí, quieren que se complete el dibujo de la exposición al riesgo y van a exigir niveles de solvencia muy altos tanto a cajas como a bancos. También los inversores parecen preferir un modelo societario más en línea con lo convencional y, si no hay más remedio, hay que adaptarse, ya que el sector y sus empresas son lo más importante. En todo caso, no hay que olvidar que se han dado ya pasos significativos. El sector ha tenido que reestructurarse y acometer una importante reforma legal en seis meses y se han logrado muchas cosas, aunque los mercados no lo comprendan.

Negociación colectiva

J. V. F.: Es el grueso de las reformas. Hay que cambiar la negociación colectiva, que es lo que complica todo.

R. P.: Son necesarias mayores dosis de flexibilidad. No se puede mantener determinadas situaciones, como la obligatoriedad de engancharse a un convenio colectivo. ¿Y si quieres desengancharte? Entonces se entra en un complicado proceso. Y un convenio no puede ser un proceso, tiene que ser algo mucho más ágil. Los sindicatos saben que éste es el camino.

S. C. La vía que existe para recuperar la competitividad, dado que no se puede tocar el tipo de cambio, es la vía salarial, los costes unitarios. Si no lo hacemos, hablar de todo lo demás no tiene sentido.

Reforma autonómica

J. V. F.: Las autonomías son el principal problema que tiene España. Es necesario abordar su reforma por varios motivos. El primero, se encuentra cuando se analiza cómo está repartido el gasto en España. ¿Qué corresponde al Estado? el 20%, ¿y a las autonomías? más del 40%. Este es un elemento de desequilibrio, a lo que se une que las autonomías se han lanzado a realizar intervenciones en el mercado totalmente diferentes, y se ha roto el mercado, lo peor que puede pasar. La planificación de las comunidades no pueden chocar unas con otras ni choque contra la planificación económica general. Y eso se hace aplicando el artículo 131 de la Constitución.

S. C.: Todas las administraciones tienen que contribuir al objetivo de la austeridad. En el corto plazo habrá que fijar techos de gasto, pero si en el largo plazo no hay viabilidad y duplicidad de administraciones, la reforma de la Administración debe ser más radical que un techo de gasto. Todos tenemos la sospecha de que hay duplicidad de funciones y de que la ineficiencia es bastante grande y pienso que debe producirse un adelgazamiento porque la situación no es sostenible. España dificilmente podrá alcanzar determinadas economías de escala con división. Si el mercado está dividido, se acabó.

R. P.: Las autonomías son muy ineficientes y hay que reducir muchísimo el gasto, tienen que ser más austeras. Pero no se pueden perder de vista el impuesto al trabajo, las cotizaciones. O se reducen, compensando la pérdida de ingresos con más subidas del IVA o será muy dificíl crear empleo.

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