«Los inversores ven en España una oportunidad de compra»

—¿Cómo ve la situación española?

—Solo hay que pasear por la calle para palpar la crisis. Es innegable que el momento es muy complicado, se ve en el día a día del país. Pero no hay que perder el optimismo porque, aunque aún nos quedan unos meses duros por delante, creo que ahora sí estamos cerca del final. Tocaremos suelo a lo largo de 2013. 

—¿La petición de ayuda financiera podría mejorar la situación?

—En principio, creo que sí. Hay que tener en cuenta que buena parte de la crisis viene por la falta de confianza. En la medida en que la ayuda del BCE sirva para recuperar esta confianza en el país, será muy positivo. Pero ya se sabe que el diablo está en los detalles y de ellos dependerá el éxito o fracaso del programa.

—¿Da miedo invertir en España?

—No hay un recelo sistémico a invertir en el país. Sí que ha habido una redistribución de las carteras y es cierto que España está infraponderada con respecto a los países emergentes, por ejemplo. Pero no es por miedo, sino por probabilidades de retorno de la inversión. De hecho, ahora mismo muchos inversores ven la posibilidad de comprar en España como una oportunidad.

—¿En qué sentido?

—Los precios son muy atractivos. El proceso de ajuste y devaluación que estamos viviendo en clave interna, aunque es muy doloroso, está aumentando mucho la competitividad. Además, tenemos unas empresa muy buenas, que en muchos casos son líderes mundiales y que están siendo castigadas en Bolsa por factores exógenos a ellas. El interés desde Iberoamérica es bastante notable, porque para ellos, comprar en España es además invertir indirectamente en su región, y allí la crisis no se está notanto con la misma fuerza.

—¿Cómo ha modificado la crisis la forma de invertir?

—Lo cierto es que los inversores hace ya tiempo que cambiaron sus políticas de inversión. No ha sido a raíz de esta crisis, sino en el año 2000. Entonces hubo una gran convulsión en los mercados, aunque no llegó a la economía real española. Ahí fue cuando el inversor se sofisticó y se volvió más prudente. Desde entonces ya no invierte en cosas que no entiende. Y tiene mucho más en cuenta el riesgo. No han cambiado las inversiones en sí, sino la manera de invertir. Ahora se invierte más racionalmente. En mi opinión, no hay una inversión buena o mala «per se», en el momento de acometerla, claro, sino adecuada o inadecuada al perfil de quien la lleva a cabo. 

—¿Y cómo ha afectado todo ello a la banca privada?

—Podría decirse que de la misma manera que al sector financiero «retail», aunque quizá el «boom» en la banca privada no fue tan acusado y su exceso no fue crediticio. La clave estuvo en definir bien la estrategia. Quien se equivocó, ha tenido que reajustarse. En Citi hemos esquivado con bastante fortuna esta purga de excesos porque concebimos la banca privada como un servicio de asesoramiento integral, de acompañamiento del cliente, dando prioridad a la gestión del riesgo frente a la beta y basado en nuestras capacidades de banco global con presencia en 160 países. Esta estrategia nos ha permitido crecer de forma sostenida y a doble dígito desde 2005. Y esperamos mantenerlo en el futuro.

—¿Ha notado algún movimiento en el sector tras el anuncio del Gobierno de la «amnistía fiscal»?

— Lo cierto es que en el segmento de grandes fortunas, al cual damos servicio en Citi, no hemos notado absolutamente nada. En este tipo de clientes la gestión es muy profesionalizada a todos los niveles.