Bankia y la manía endémica de la izquierda con la banca

Y, precisamente, en esa clave parecía estar esta misma semana el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri , que, en el tradicional encuentro con la prensa un día antes de la junta de accionistas del viernes, lanzaba -ya dudo si con segundas o directamente-, un mensaje al nuevo Gobierno que saldrá de las urnas tras las elecciones del 28 de abril: la necesidad de un «plan de privatización claro» y que evite «tentaciones de usar Bankia como banca pública» o «como arma de influencia política». Si es una indirecta o directa, no lo sé a ciencia cierta, pero que pide a los políticos que se mantengan con el mismo tono que gobiernos anteriores de no injerencia en la gestión de la entidad financiera que preside, es un hecho.

«No hay fusión sobrevolando y no ha habido visitas ni llamadas del Gobierno (de Pedro Sánchez)», aclaró después, si bien luego quiso aderezar la firmeza de sus palabras al añadir que «si los tipos de interés negativos duran dos o tres años, indudablemente se animarán los procesos de concentración», algo que casa con sus planes para la entidad financiera que preside.

En cualquier caso, la privatización de Bankia sigue sobre la mesa. Lo malo es que está sobre la mesa de demasiadas personas. Banqueros claro y... ¡ay!, políticos. De hecho, el Gobierno Sánchez no quiere quedarse al margen de lo que pueda ocurrir con la entidad financiera rescatada en 2012 y tiene sus preferencias en lo que a candidatos para una fusión se refiere. La ministra de Economía, Nadia Calviño, parece coincidir, ¡oh casualidad!, con la misma unión de bancos del exministro de igual cartera con Mariano Rajoy, el hoy vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) , Luis de Guindos. Si el compañero de viaje de Bankia tiene que ser alguno de los otros grandes del sector, que sea BBVA.

Muchos ven en esta fusión la solución a la debilidad de negocio futuro de Bankia, sobre todo con una situación de bajísimos tipos de interés que no acaba nunca. Con Goirigolzarri o no gestionando la entidad -que, por cierto, todo el mundo alaba sin cesar-, no hay mucho más recorrido. Tiene un buen equipo en lo más alto, pero muchos dudan de que los mandos intermedios puedan dar el «super-empujón» que necesita el negocio, totalmente dependiente del mercado doméstico.

¿Veremos pues la vuelta del «hijo pródigo» a BBVA? De Guindos desde luego estaba -está- convencido de que el candidato perfecto para presidir la nueva entidad fusionada es Goirigolzarri. El ejecutivo trabajó durante más de 30 años en el banco y se conoce la casa como nadie. Devolvería la entidad a esos orígenes vascos que, para muchos de sus accionistas, ha ido disipándose cada vez más a favor de una excesiva «capitalidad», dicen, que le inoculó Francisco González (FG).

Pero eso no termina de cuajar con la idea del Gobierno socialista. Calviño baraja varias opciones para la privatización de Bankia, entre ellas, repetir la colocación acelerada de paquetes significativos de acciones en el mercado. Ahora bien, la ministra de Economía sabe que esa no es la mejor alternativa, dada la situación actual de los mercados y las incertidumbres que se ciernen sobre la economía, no solo española sino mundial.

Al parecer Calviño apunta a la fusión BBVA-Bankia para privatizar la entidad y, de paso, contentar de cara a futuros pactos de gobierno al PNV con la «euskaldunización» del banco que preside Carlos Torres. No es una operación sencilla, no, pero sí es más viable desde que el 1 enero FG abandonara la presidencia y, sobre todo, desde que estalló el escándalo Villarejo-BBVA y que sitúa al expresidente del banco en el centro de la trama… y, más plausible desde que está fuera del banco, tras dimitir el pasado 14 de marzo, justo un día antes de la junta de accionistas que iba a tratar la situación. hasta que se disipen dudas respecto a su supuesta implicación en dicha trama.

En cualquier caso, tras la fusión, el FROB afloraría -en cifras estimadas- algo más del 15% de la nueva entidad, es decir, sería el primer accionista con capacidad para nombrar presidente a alguien «amigo» de la casa socialista, no a Goirigolzarri, siempre y cuando el PSOE gane las próximas elecciones generales. «Bankia, como germen de un gran banco de la izquierda, ¿te suena?», me comentan por ahí.

Pues sí, recuerdo, y ahora más que nunca por la trama Villarejo, el intento de asalto a BBVA -hoy debilitado por la vía de la reputación- por parte de Sacyr, en la época del Ejecutivo socialista de Zapatero... Cuando poco después, por cierto, tuvo que salir Goirigolzarri -tras pactar una prejubilación millonaria con FG- a pesar de su lealtad ante las presiones de la constructora.

Pero más allá de esta posible fusión, hay otra que tiene mucho mayor encaje estratégico y es más factible para la Bankia de «Goiri»: Banco Sabadell. En el mercado, los expertos creen estar ante una de las mejores salidas también para el banco catalán, ya que cuadra a ambas partes: a Bankia le permitiría ganar tamaño para evitar ser engullida por un grande; volver a internacionalizarse; expandirse a comunidades autónomas donde apenas tiene presencia; y convertirse en una referencia en pymes.

Para Sabadell, también sería una operación muy positiva: le permitiría defenderse de posibles opas no deseadas, y le permitiría crear un gigante en España de la envergadura de sus competidores, aún bastante por delante: Santander, BBVA y Caixabank . Además, le convertiría en el protagonista «fuerte» de la unión.

El encaje de ambas entidades sería mucho más fácil. Los tres ejecutivos que liderarían el nuevo gigante son amigos y han coincidido profesionalmente en el pasado. Precisamente, en BBVA. Gorigolzarri, su actual mano derecha en Bankia, José Sevilla, y el consejero delegado de Sabadell, Jaime Guardiola, son de la misma escuela, y hablan el mismo idioma financiero. así es que en el mercado lo ven más que lógica y posible la operación. La fusión entre ambas entidades salvaría a una (Bankia) de las presiones del Gobierno de turno, y a la otra (Sabadell), de las del mercado y de las de Europa que, desde que pasó lo que pasó con Banco Popular -hoy, en las tripas de Santander- lo tienen en el punto de mira, por si acaso.

Geográficamente tiene sentido su unión. Hay ocho comunidades donde la cuota de mercado de Bankia es menor del 7%, y en casi todas ellas Sabadell ha hecho compras en los últimos años. Mientras, Bankia ofrecería el liderazgo en dos ciudades clave donde lleva años intentando crecer el Sabadell: Madrid y Valencia, junto a las antaño oficinas de BMN del corredor mediterráneo.

De momento, el que manda en Sabadell es su presidente, José Oliu, y la última vez que fue preguntado por esta posibilidad fue claro: «En los próximos años no tenemos intención de hacer ningún crecimiento no orgánico».

Ahora bien, al final no dejan de ser dimes y diretes. Eso sí, con segundas. Algo llegará. Espero que sin injerencias políticas, aunque me temo lo peor.