Agujero de más de 11.000 millones de euros en el SEPE por la escalada del paro

El problema para el SEPE es doble: un aumento disparado de los gastos, por los cientos de miles de personas que han perdido el trabajo y han pasado a cobrar la prestación por desempleo; y un desplome de los ingresos, porque una fuente principal de recaudación de este organismo son las cotizaciones de quienes están en activo en el mercado laboral.

A principios de año, el Gobierno calculaba que este año el SEPE se iba a gastar 23.600 millones de euros. Pero el Covid ha triturado ese presupuesto. Ahora el Gobierno cuenta con que el SEPE va a necesitar del orden de 37.700 millones para salvar el año . Este organismo depende del Ministerio de Trabajo y Economía Social, que dirige Yolanda Díaz.

Del 1 de enero al 31 de agosto, este organismo tuvo unos gastos de 26.965 millones de euros, pero unos ingresos de 15.828 millones. Es decir, un agujero de 11.137 millones de euros en ocho meses, tras dispararse los gastos un 74% respecto al mismo periodo de 2019.

El descuadre suma y sigue a acelerada velocidad. Los ERTE han amortiguado el descalabro en la lista oficial de parados, pero ha generado sobrecoste para el SEPE en forma de prestaciones. En agosto había más de 600.000 trabajadores en Expedientes de Regulación Temporal de Empleo.

Entre empleos perdidos y suspendidos, la cifra de quienes cobran del SEPE se ha desorbitado. Al terminar el mes de septiembre ya había más de 2,5 millones de personas cobrando de ese organismo : 1,45 millones de beneficiarios de la prestación por desempleo, casi 800.000 cobrando el subsidio -la paga asistencial para aquellos que han agotado la prestación y cumplen ciertos requisitos- y algo más de 300.000 que perciben otro tipo de prestaciones del SEPE. En su conjunto, la lista de perceptores se ha disparado un 42% en un año.

El problema es que este organismo no tiene recursos propios para afrontar el enorme agujero presupuestario que le está provocando la crisis del Covid. Así que tendrá que ser el Gobierno el que tape el descuadre, uno más en las maltrechas arcas del Estado.

En agosto, el Ejecutivo de Sánchez ya había modificado el presupuesto de gastos del SEPE para permitirle gastar 14.000 millones más de los que tenía autorizados a principios de año. Pero no dijo cómo iba a financiarlo. El Gobierno llegó al 30 de agosto sin haber modificado el presupuesto de ingresos de ese organismo. Es decir, había autorizado al SEPE a gastar 14.000 millones más, pero no había aclarado de dónde iba a salir el dinero. El 30 de agosto, el presupuesto de gastos del SEPE para 2020 se había engordado hasta los 37.747 millones, pero el de ingresos seguía estancado en alrededor de 23.500 millones de euros.

El descuadre es de órdago, y evidencia los problemas a los que se enfrenta el Gobierno de Sánchez para cuadrar las cuentas sin caer en un endeudamiento extremo.

El catedrático emérito de Economía y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, Juan Velarde , cree que las cuentas del SEPE son un botón de muestra de la emergencia económica en la que ya está sumido el erario español.

Valarde aboga por aplicar medidas excepcionales para evitar el descalabro y salvaguardar los gastos esenciales, entre ellos los sanitarios y la protección social: «Por una parte, urgentemente hay que acabar con el gasto público excesivo e improductivo, recentralizar la gestión de políticas esenciales como la Sanidad, y racionalizar al máximo los recursos presupuestarios». Por el lado de los ingresos, Velarde apuesta por impulsar privatizaciones de empresas públicas. «Hay que sacar dinero como sea», insiste , pero no se pueden disparar los impuestos para no perjudicar más al tejido productivo, y tampoco conviene fiarlo todo a un peligroso aumento de la deuda pública.

El economista Rafael Pampillón, profesor del IE Business School , aboga igualmente por poner a dieta urgente todo el gasto público no esencial, pero está convencido de que la deuda pública se va a desbocar y lamenta que el Covid haya pillado al sector público español con unas cuentas poco saneadas. Tras la crisis de 2008, los ciudadanos y las empresas realizaron un enorme esfuerzo de saneamiento, pero el sector público se quedó corto. «Cuando la economía volvió a crecer, el Estado desaprovechó la ocasión de reducir su deuda pública» . Ahora, el Covid ha desnudado esas debilidades y España vuelve a asomarse a un enorme pozo de números rojos.

Pampillón cree que, ante el delicado estado en que se encuentran las arcas públicas, la capacidad para tirar de la economía por la vía de los incentivos es prácticamente nula. Así que, a su juicio, solo queda «esperar a que pase el huracán, que amaine el temporal, y mientras tanto reducir el gasto público innecesario» sin tocar la política fiscal: «los impuestos no se deben subir, para no perjudicar la economía, y el Estado no los puede bajar», ante el enorme déficit que arrastra.