Más ahorro y productividad, claves para impulsar la recuperación
Cuando la economía cae en recesión, los expertos dicen que es necesario restaurar la confianza
Ángel ron, presidente de banco popular
Restaurar la confianza es un ejercicio de equilibrio. Se enfrentan unos pronósticos favorables con otros desfavorables y, a partir del que más certeza suscite, se toma una decisión.
De acuerdo con esta idea, no cabe duda de que los inversores creen que España es un ... buen país para invertir. Hay confianza. Esa es una base excelente para la recuperación; pero, no suficiente.
La crisis que estamos viviendo es económica, con niveles de desempleo récord y unas tasas de crecimiento débiles; pero, también es una crisis política y de legitimidad, pues existe una brecha entre las élites y los ciudadanos, por un lado; entre centro y periferia, por otro, y también entre deudores y acreedores.
Los indicadores económicos reflejan señales de recuperación : las previsiones de los organismos internacionales y del Banco de España resaltan una mejora continuada en la economía de la Unión Europea. Sin embargo, persisten dificultades que atenazan a las economías.
Existe un déficit de demanda agregada y ese no es sólo un problema de España, lo es del denominado G20. Los componentes de la demanda: gasto en consumo, inversión, gasto público y exportaciones, permanecen por debajo de los niveles previos a la crisis. Es un círculo vicioso que empieza en el consumidor, causando una reacción en cadena en otros ámbitos y regresando al punto de partida.
La demanda del consumidor se origina en los hogares, afectados por el estancamiento de los salarios, lo que significa que su capacidad de compra es insuficiente para incentivar el crecimiento. Esto, a su vez, afecta al nivel de inversión. Si no hay demanda de bienes y servicios, las empresas no invierten y las entidades financieras necesitan de esa inversión para vender créditos.
Una de las claves para romper ese círculo es incrementar la productividad. La otra: revertir la fiscalidad sobre las familias. Cuanto más simultáneas sean esas acciones, más eficaces sus resultados.
Respecto de la primera, hay que recordar que de las tres fuentes de crecimiento de la productividad: trabajo, capital y progreso técnico, la tendencia en España se resume en un avance lento, con necesidad de cambios estructurales.
En España ha aumentado la productividad de las personas ocupadas como consecuencia de la reducción de los costes laborales. Este éxito no debería oscurecer el hecho de que en nuestro país la productividad laboral es contra-cíclica: el producto por trabajador aumenta en las crisis y disminuye en épocas de expansión. En Estados Unidos y Alemania, por el contrario, es pro-cíclica. En recesión no se destruye tanto empleo y la productividad laboral desciende cuando cae la demanda y la producción.
Además, en el caso español, la evolución de la productividad es reflejo de un mercado laboral dual de contrastes : por un lado, existen “buenos empleos», con contratos indefinidos, una gran seguridad en el trabajo, altos salarios y posibilidad de promoción. Como contraposición, hay trabajadores temporales, con bajos salarios y escasas posibilidades de formación y promoción.
Estas peculiaridades explican la situación del mercado laboral en España y llevan a la raíz del problema: su baja eficiencia.
Otro factor para analizar la productividad es el capital humano, que guarda relación con los empleos de calidad. Sobre esta cuestión se pueden resaltar dos hechos:
Uno de ellos es la disminución de los empleos de cualificaciones medias. Los trabajadores o bien reúnen las condiciones para obtener empleos cualificados, difíciles de conseguir, o bien tendrán que aceptar empleos de baja cualificación, con un salario inferior y por debajo de su potencial.
El segundo hecho es que, en la medida en que se introduce la tecnología, se transforman las cualificaciones requeridas. Esto obliga a mejorar el nivel educativo y a crear más incentivos para que las empresas inviertan.
La segunda clave que actúa en contra de la demanda es el incremento de la fiscalidad sobre las familias . Para que la recuperación se consolide es conveniente que mejore la tasa de ahorro, en continuo descenso desde el inicio de la crisis. El ahorro es una parte de la ecuación que permite el crecimiento económico. El discurso convencional ha situado el crédito como factor fundamental de dicha ecuación, pero se ha olvidado de lo esencial, el crédito es el resultado de la transformación de ahorro en inversión.
Las entidades financieras necesitamos ahorro, si no se produce en el país, es necesario acudir a los mercados externos y allí el precio está condicionado por la calidad crediticia de la entidad y su nacionalidad. En la medida en que la financiación exterior es más costosa, resulta necesario que se incentive el ahorro. No será posible la recuperación si no se reanima el ahorro y, para ello, era imprescindible comenzar a revertir las subidas impositivas que afectaron a las rentas de las familias.
Es un hecho que la confianza en nuestro país ha vuelto y que el PIB registrará este año la tasa positiva en promedio anual más elevada desde 2007. Es de esperar que la demanda nacional tenga un peso mayor; en especial, por el aumento del consumo de las familias como consecuencia de las mejoras en el mercado laboral.
Estos resultados han de animar al Gobierno a persistir en las reformas , imprescindibles para sortear los desafíos existentes en el ámbito económico y financiero.
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