Las estrellas del tenis femenino gruñen contra el «ruidómetro»

Serena Williams desprecia los nuevos planes para sancionar los gruñidos en la pista y Sharapova reconoce que es ruidosa en la pista «desde los cuatro años»

Las estrellas del tenis femenino gruñen contra el «ruidómetro» afp

BORJA BERGARECHE

La Asociación de Tenis Femenino ha aprovechado Wimbledon para avanzar detalles del acuerdo alcanzado este mes con la Federación Internacional de Tenis (FIT) y los responsables de los cuatro grand slams para limitar los ruidos de las jugadoras en ... la pista.

Los organismos del tenis femenino quieren que los jueces dispongan de un medidor de decibelios de mano que les permita evaluar el exceso de «gruñidos» en la competición. Más adelante, pretenden establecer unos límites de decibelios que, en el caso de ser excedidos, podrían determinar la repetición de un punto o la pérdida de ellos. Aunque no están ultimados estos detalles, el anuncio provocó ayer la reacción de algunas de las reinas de las pistas ante la propuesta del «ruidómetro».

En un comunicado emitido el miércoles, la Asociación de Tenis Femenino (ATF) afirma: «La ATF, la FIT y los grand slam pretenden sacar los gruñidos excesivos fuera del juego, asegurando a la vez que no sacamos del juego a nuestra actual generación de jugadoras, que aprendieron a jugar así».

Los niveles permitidos

El proceso para limitar los niveles más molestos de resoplidos en la pista comenzó hace meses , y ha sido conducido con notable prudencia. Las federaciones han solicitado opiniones a varios científicos del deporte y a psicólogos, así como a veteranas jugadoras como Monica Seles o Serena y Venus Williams.

«Es hora de sacar los gruñidos excesivos fuera del juego para las futuras generaciones», explicaba Stacey Allaster, presidenta de la ATF. Insisten en un proceso progresivo. Y, de hecho, no han puesto sobre la mesa un calendario para la implantación de las nuevas normas, a la espera de realizar nuevos estudios para determinar niveles de ruido concretos.

El récord en «ruidismo» deportivo entre las tenistas lo tiene Maria Sharapova, a quien se le midió un gruñido de 105 decibelios en 2009. El límite de ruido ambiental permitido por la Organización Mundial de la Salud, por ejemplo, es de 65 decibelios durante el día.

El nivel medio de ruido en la Puerta del Sol por la noche es de 70 decibelios, según mediciones recientes. Sharapova, que atraviesa una dura temporada, se refirió ayer a la polémica después de vencer a T. Pironka. Y reconoció que reducir el gruñido al golpear la bola es, para ella, demasiado tarde. « Lo hago desde que tengo cuatro años , es imposible hacerlo cuando llevas 20 años jugando a este deporte», explicó.

La tenista rusa fue elogiosa, sin embargo, con el proceso puesto en marcha por la federación femenina, y con su presidenta. «He tenido numerosas conversaciones con Stacey sobre ello, es la primera que se ha sentado con entrenadores , psicólogos del deporte y analistas para estudiar qué se puede hacer, y me gusta el sistema que propone , de centrarse en las jugadoras junior y en las academias que están formando a las jugadoras jóvenes», explicó Sharapova ayer en rueda de prensa.

El debate

El miércoles se manifestó el problema fuera de los despachos, en las pistas del All England Club. La jugadora alemana Sabine Lisicki se quejó al juez de los gruñidos de su oponente, Bojana Jovanoski. «Me distraía, normalmente oyes el sonido de la bola, pero no podía oírlo por sus gruñidos» , explicó Lisicki, quien pidió a la jueza Mariana Alves que aplicara las normas existentes sobre «molestias», que permiten a un juez en el tenis femenino tomar las medidas que considere si una jugadora causa molestias a otra. La jueza no intervino, y la alemana ganó el partido a pesar del ruido. Pero el incidente muestra la necesidad del debate .

Otras jugadoras, sin embargo, prefieren no perder el tiempo. Es el caso de Serena Williams , que despachó ayer una pregunta al respecto con un despectivo «no pienso en ello». En una curiosa rueda de prensa, la estadounidense prefirió centrarse en su vida personal –«un desastre en todo lo que no es tenis»- y en su relación con sus dos hijas: «A veces son más maduras que yo, juegan muy bien al tenis, y acuden a mi para consejos deportivos mucho más que sobre la vida», dijo.

La «cuestión femenina» estuvo presente ayer también en Wimbledon en un rifirrafe sobre las diferencias salariales entre jugadores y jugadoras , protagonizado por el Gilles Simon. El jugador francés se mantuvo ayer en sus trece en su defensa de las diferencias entre lo que cobran ellos y ellas.

«Los 128 jugadores [del vestuario] piensan como yo», dijo, y ofreció como prueba de lo razonable de la discriminación las diferencias en el precio de las entradas de Wimbledon para la final de hombres y la de mujeres. Federer se negó ayer a suscribir sus tesis. Y Sharapova contraatacó: «Estoy seguro de que hay algo más de gente en mis partidos que en los suyos», dijo la rusa.

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