El mejor Nadal ha vuelto

Cuesta calibrar el valor de esta victoria , que en otros tiempos se hubiera considerado rutinaria por su hegemonía en la tierra. Pero en este curso de altibajos se mide cualquier logro con la precisión necesaria, imperativa la alegría después del chasco de Barcelona. Al Godó aterrizó con buena cara después de mejorar en Montecarlo, pero patinó y todavía escuece el moratón.

En Madrid se está curando en esta semana al alza. Johnson y Bolelli sirvieron para estirar la estadística y sumar minutos en pista y Dimitrov subió el listón , buen triunfo ante el búlgaro para afrontar el desafío de las semifinales. Al otro lado de la pista. Tomas Berdych, séptimo del mundo y tercero de la carrera de campeones, muy regular y con el precedente de Australia en la memoria. En Melbourne, el checo destrozó al español y rompió una racha de 17 derrotas consecutivas ante el zurdo, motivos para creer.

El problema es que dista un mundo de aquel Nadal al de ahora, aunque todavía el de mayo está alejado de su mejor versión. Sin embargo, este sábado se acercó y completó un partido magnífico, centrado desde el inicio ante un enemigo que también jugó un rato. Durante una hora, Berdych y Nadal regalaron un primer set maravilloso, con intercambios y golpes para aplaudir.

El centroeuropeo, un jugador distinto desde que bebe de los consejos de Daniel Vallverdú, vivió del poderoso saque y de su consistencia desde el fondo de la pista. Además, ha mejorado muchísimo en la variedad de golpes y se mueve con mucha más gracia. Por parte del balear, la misma receta de siempre y encima esta vez con un servicio muy eficiente.

Imperó la igualdad en esa primera manga, con una Caja Mágica entregada a la pasión de su héroe. Hay cosas a destacar en la nueva vida de Nadal y está a punto de despegar hacia el infinito, mentalmente liberado y ágil con las piernas. Jugó profundo, le sirvió la derecha de toda la vida e hizo daño con el revés, segurísimo con el saque hasta el punto de no conceder ni una sola de break.

Exclamó ese «¡Vamos!» con fiereza después de apuntarse el tie break del primero con autoridad, muy bien jugado en todas sus circunstancias. Y supo ahí, precisamente ahí, que todo volvía a su sitio, que las cosas volvían a funcionar. Su palco le contagió ese entusiasmo y Nadal mantuvo la velocidad de crucero hasta el final.

El pulso quedó prácticamente visto para sentencia después de la rotura del español en el cuarto juego del segundo set. A Berdych, incómodo con el movimiento de los abánicos de la grada, se le atragantó ese tramo del debate y se difuminó antes de hora bajando sensiblemente su nivel. Demasiada concesión ante Nadal.

Terminó el choque de forma natural, un 6-1 demoledor con etapas de tenis sublime. Derechas invertidas, golpes a las líneas y algún revés magistral. El mejor Nadal del año, renacido en el momento más importante de esta gira por la arcilla europea. En el horizonte está Roland Garros, claro, pero Madrid supone el trampolín. Le falta rematar en la final ante el ganador del Andy Murray-Kei Nishikori.