Federer vuela hasta Nadal

Y lo confirma su maravillosa actuación en Melbourne, encantado en una pista que le va como anillo al dedo. Cuando cae la noche en Australia, el helvético se siente muy a gusto y no le condiciona nada ni nadie, tremendamente eficaz para desactivar a un Murray que jamás entra en la batalla. El suizo juega al ataque, rapidísimo en cada juego al saque, mientras que Murray se defiende como puede, sudando una barbaridad para alargar el debate.

Cada intercambio es un infierno para el escocés, todavía lejos de su mejor versión después de perderse la parte final del pasado curso por la intervención en la espalda . Federer, sin embargo, disfruta en su nueva vida, empeñado en exclamar hasta la eternidad que siempre será Federer. Tantas veces se le ha enterrado, tantas veces ha vuelto a lo grande . Nueva pretemporada, nueva raqueta y nuevo técnico, alegre ahora con Stefan Edberg .

Falta por ver cómo responde a partir de ahora, expuesto al mayor de sus desafíos en semifinales. Se mide Nadal, con quien tiene un 10-22 desfavorable en el cara a cara. También tenía un 9-11 contra Murray y nadie le discute el triunfo, que llegó después de que se le escapara de forma increíble el tercer set. Federer, que antes había tenido saque para ganar, desaprovechó dos bolas de partido y dio vida al británico.

Hay pocos que aguanten tanto como Murray, que adora expresarse a la contra, delatado por una expresión corporal que delataba cansancio y problemas. Vive al límite e hizo lo imposible para mantener el equilibrio en el segundo juego del cuarto set, en donde salvó hasta seis bolas de break antes de ganarlo después de casi 20 minutos trepidantes. Murray, al que le interesaba ganarle tiempo al tiempo y alargar el minutero, se agarraba al cemento de Melbourne.

Consumidas las tres horas de encuentro, hubo un bajón por parte de ambas raquetas. Federer perdió esa chispa, menos efectivo y fiable en un partido de largo recorrido, y también había muchos errores no forzados en Murray. Le condenaron de forma definitiva en el octavo juego, en donde entregó su servicio y de paso el partido con tres fallos de derecha.

Con su saque, y pese a sufrir lo suyo, ya no perdonó. Federer alzó los brazos, convencido de lo que está haciendo. Se le puede reprochar el pobre porcentaje en puntos de break a favor (4 de 17), pero sus prestaciones en este torneo han sido incuestionables. Después de encontrarse a sí mismo, ahora llega hasta Nadal. Y eso siempre es un regalo para todos.