roland Garros | final
Nadal-Ferrer, fiesta española en París
El balear aspira a ser el único tenista con ocho títulos en el mismo grande ante el alicantino, debutante a sus 31 años en una final de esta magnitud
enrique yunta
España vive pendiente de la fiesta de París , convocada por dos héroes que han llegado a la final de Roland Garros de forma épica. Una vez más, habrá himno y bandera en la Philippe Chatrier, garantizado el campeón porque Rafa ... Nadal , el de siempre, invita a David Ferrer a un domingo que llega con amenazas de lluvia. Se citan dos amigos en la Philippe Chatrier ( 15.00h, C+, Eurosport y Telecinco ), dos amigos que han compartido mil tardes de tenis , dos amigos que conviven con los mismos valores y que se regalan mil piropos en la previa. Uno, Nadal, busca la eternidad con su octavo título aquí. El otro, Ferrer, aspira al milagro.
«Es un día importante para el deporte español», sentencia orgulloso Nadal, encantado porque es la primera vez que se enfrenta a uno de los suyos en una final de un grande. Ferrer siempre se lleva el halago del balear y el alicantino se ha preguntado cientos de veces qué hubiera sido de él sin Nadal de por medio. Hoy, con 31 años y 68 días, Ferrer tiene la oportunidad de su vida , es el día para ser definitivamente un grande del deporte. «David te lleva al límite, si no estás perfecto te mete en problemas», explica Nadal en la rueda de prensa de ayer, bronceado después de entrenarse con Albert Costa en la pista 7.
«Es un día importante para el deporte español»Nadie duda del favoritismo de Nadal salvo el propio Nadal, al que nunca le han gustado esas etiquetas porque no sirven para triunfar. Nadie duda porque en París no ha habido jugador capaz de discutirle, únicamente derrotado en los octavos de 2009 por Robin Soderling y en desigualdad de condiciones. Desde que en 2005 se estrenó en Roland Garros, el cuarto del mundo ya ha logrado 58 victorias y si gana hoy dejará atrás a Guillermo Vilas y Roger Federer . No le quedan más marcas por mejorar en esta tierra y en el caso de que las haya, las superará igual. A bote pronto, esta tarde puede convertirse en el único tenista que tiene ocho trofeos del mismo Grand Slam, otro dato para llegar a la exclusividad. En la Era Open, sólo Pete Sampras y Roger Federer pueden presumir de siete hazañas en el jardín de Wimbledon.
Nadal compite contra Ferrer y contra el reloj . Lleva seis horas más en la pista en esta edición, que es en la que más juegos se ha dejado por el camino, que es en la que peor comenzó ya que cedió sets ante tenistas de un escalón inferior como Daniel Brands y Martin Klizan, que es en la que más dudas tuvo. A la hora de la verdad, puso en funcionamiento la máquina y completó su despegue con una exhibición titánica en las semifinales ante Novak Djokovic. Peleó durante cuatro horas y 37 minutos para estar aquí y descarta que el cansancio le pueda pesar. Es el más resistente del circuito.
Nadal manda 19-4
Ferrer, por contra, ha firmado un cuadro magistral desde el segundo plano. No hay manchas en su traje, ni un solo pero. Todos los partidos los ha resuelto por la vía rápida e incluso fue capaz de sobreponerse a Jo-Wilfried Tsonga y al calor de la central en un viernes de pasión. «Se lo merece. Se merece estar aquí por su actitud y por su no rendición. Cada año mejora», apunta Nadal. Lo sabe bien porque se han encontrado en una pista de tenis hasta en 23 ocasiones, casi siempre con el mismo desenlace. Son 19 triunfos para Nadal con un demoledor 16-1 en tierra batida . «Y encima fue cuando Rafa era casi un niño, ni cuenta», bromea el alicantino -esa victoria llegó en Stuttgart, en 2004-. Será la tercera vez que discutan en París.
«Se merece estar aquí opr su actitud y su no rendición»Vale por la Copa de los Mosqueteros, mordida siete tardes por Nadal. Ferrer, a la sombra de los mejores, no sabe ni siquiera lo que es optar a ella porque le ha tocado vivir en una época equivocada, castigado por la supremacía de su contrincante de hoy, de Federer , de Djokovic e incluso de Murray . Está claro que es el mejor de la otra liga, el más constante y épico, pero hoy no quiere quedarse en el intento, no quiere dejar que se le vaya el tren. «Puede ganar, claro», sostiene Toni Nadal. «Si no estoy bien, problemas», defiende el sobrino, que venció hace poco con apuros en Madrid y en Roma. «Tenemos un nivel parecido, los partidos se deciden por pequeños detalles. He de estar capacitado para luchar, ser agresivo. No puedo perder la iniciativa porque él entonces te gana la pista y te lleva para atrás», concluye el mallorquín.
Son dos portentos físicos, dos raquetas que se mueven en función de la fuerza mental. Son dos rocas que no titubean jamás y en una final no hay lugar para las dudas. Falta por ver cómo reacciona Ferrer ante una cita como la de hoy, con 15.000 gargantas alentando, con un país entero pendiente del duelo. «Quiero disfrutar, quiero hacer un partido digno de una final de Grand Slam. Tengo que pensar en el momento en el que estoy y aprovechar mis bazas», se defiende antes de aceptar una obviedad. «Es difícil ganar a Rafa, pero no porque sea español o mi amigo, sino porque es muy bueno» .
De Nadal no hay dudas, ya ha estado aquí muchas otras veces. Es su decimoséptima final en un grande, con once triunfos y cinco derrotas. «La cabeza está fresca para asumir el reto, para pelear, para estar atento. He aceptado las adversidades en el torneo a todos los niveles y he respondido cuando tocaba». Son los héroes de una fiesta española en París, en la que se escribirá la mayor de las victorias o una sorpresa mayúscula.
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