MONTECARLO | FINAL
Djokovic destrona a Nadal en Montecarlo
El serbio, pletórico, acaba con el reinado de un errático balear en el Principado al vencer con autoridad por 6-2 y 7-6 (1)
enrique yunta
Novak Djokovic ha acabado con la hegemonía de Rafa Nadal en Montecarlo, superior el serbio en una final que se ha resuelto por 6-2 y 7-6 (1) en una hora y 51. Después de ocho años de dictadura y 46 victorias consecutivas en ... la tierra del Principado, Nadal pierde su corona ante un tenista impresionante, número uno con todas las de la ley, un competidor descomunal que gestiona mucho mejor las situaciones clave. Djokovic es un ogro que le ha derrotado en 15 ocasiones y esta victoria es mucho más que un título, es histórica. [Así lo hemos contado]
Nadal se presenta en la central del Country Club contrariado, molesto porque el día no acompaña y la lluvia obliga a que la final se retrase durante casi una hora. El balear exige calor para que sus bolas hieran a Djokovic, pero de entrada se encuentra con una pista algo más lenta de lo deseado, la tierra no está como le gusta. Su presentación es del todo sorprendente, Nadal está superado.
En apenas media hora, el quinto jugador del mundo se ve en el precipicio. Manda Djokovic 5-0 y Nadal tiene que salvar el rosco con su saque, que tampoco funciona en la final. Ya se quejó después de superar a Jo-Wilfried Tsonga de que tenía problemas en la espalda y se intuye que persisten porque no le da velocidad a su servicio. Nadal es un juguete en manos del número uno, descomunal con la derecha.
Se juega tal y como propone Djokovic, recuperado milagrosamente de su lesión en el tobillo que le hizo tambalearse en las primeras rondas. Ha ido a más esta semana y ante el gran desafío de Nadal ejecuta un plan perfecto, una exhibición de manual. Abusa de esa derecha universal y se desliza con mejor cara, justo todo lo contrario de lo que hace su oponente.
La gente no da crédito a lo que ve. Está Nadal acorralado con ese 5-0 y en ese juego salva hasta cinco bolas de set por una cuestión de amor propio. El parcial está perdido desde hace tiempo, pero al menos hay latidos en el corazón del balear, que entra en calor al romperle de inmediato el saque a Djokovic. Sin embargo, penalizado por sus errores con el revés, se le va la manga con una doble falta dramática, un lastre toda la tarde.
Nadal está lento de piernas y demasiado atrás en la pista. Hace todo en función de lo que propone Djokovic, una bestia insaciable que intuye una herida abierta en el ocho veces campeón de Montecarlo. Lo tiene cerca y más después de apuntarse el set a la octava oportunidad que tiene, reforzado por una estadística que le dice que siempre gana las finales cuando se lleva el primero. Un 28-0 inapelable.
Sin embargo, hay otro Nadal, mucho más combativo que el del principio. Le anima el ahorrase ese 6-0 que hubiera sido muy doloroso y confirma lo que dijo en la previa, confirma que tiene que jugar al máximo porque enfrente tiene al rival más fuerte de todos cuantos hay en el circuito. Aprieta los dientes, fija la mirada y se presenta con todo para una guerra a la desesperada.
Crece a medida que avanza la película y por fin ofrece resistencia a Djokovic, algo fatigado. Nadal lo intenta una vez en el tercer juego, a punto de romper a su enemigo, pero lo consigue en el quinto y consolida el break para ponerse 4-2, una brisa de esperanza para alargar la final. Dura poco la alegría porque su revés le vuelve a condenar y permite que el serbio se suba al tren.
De ese 4-2 se pasa un 4-5 inquietante, Djokovic a sólo un juego de una proeza mayúscula. Desde 2003, cuando Nadal no era la leyenda del presente, que nadie le vencía en Montecarlo (Guillermo Coria) y tiene que ser el serbio el que reescriba la historia. Lo hace en el tie break, después de una locura de desenlace en donde Nadal desaprovecha su saque con 6-5 para llevar el pulso al tercer parcial.
El juego decisivo apenas tiene historia. Djokovic destroza al campeón con su resto, seguramente el mejor del mundo, un martillo para penalizar el discreto saque de Nadal. Montecarlo tiene a un nuevo rey.
Djokovic destrona a Nadal en Montecarlo
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