Kroos prolonga la incógnita

«Estoy pensando todavía, sí. Estoy en permanente contacto con el club y mi experiencia durante quince años en el fútbol me dice que es mejor hablar dentro y, si hay algo oficial, lo vais a saber. No va a durar muchos meses más la decisión. Todas las partes estamos muy tranquilas porque ni el club ni yo vamos a hacer tonterías», reflexionaba el alemán el sábado por la noche, aún con el sudor en la frente y la sonrisa de una nueva conquista, en la zona mixta del Estadio Príncipe Moulay Abdellah de Rabat.

Con seis en su vitrina, uno con el Bayern y cinco con el Real Madrid, Kroos es el futbolista con más Mundiales de Clubes de toda la historia, un hito que habla por sí mismo de la categoría de un jugador tan especial y que, a sus 33 años, ve de cerca su adiós, a pesar de tener aún una temprana edad para dejar la profesión que tanta gloria le está dando.

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«Hay diferentes cosas en las que tienes que pensar para tomar esta decisión», razona el germano, que siempre tuvo en su cabeza que no alargaría su carrera más allá de su actual edad. No es precisamente Kroos el prototipo de persona que anhela y busca un retiro dorado tras década y media en la élite. Su idea es firme y no la piensa cambiar. Si no renueva con el Real Madrid, dejará en el armario esas botas blancas que él mismo limpia, mima y calienta con un secador. «Las botas son la herramienta más importante de un jugador. Hay que cuidarlas», explica con una sonrisa.

¿Y en qué punto exacto se encuentra su renovación? En el mismo que meses atrás. Kroos tiene sobre la mesa un año más de contrato y el documento sigue sin ser rubricado ni rechazado. En el club, ahora mismo, no saben descifrar qué pasa por la cabeza del alemán. Son conscientes de la felicidad del alemán y de su familia en la ciudad, y del privilegio que siente por jugar en el mejor club del mundo, pero estos dos argumentos, de indudable peso para el 99'9% de los futbolistas de élite, no lo son para Kroos.

El germano es un tipo especial, totalmente distinto al patrón de su gremio, y puede perfectamente anunciar su retirada a pesar de tener en su mano motivos contundentes para seguir vistiendo de blanco y para seguir dando recitales sobre el verde. Estar más cerca de sus padres y del resto de su familia, que continúan su vida en Alemania, es uno de los principales motivos por los que aún no ha tomado la decisión.

El otro es lo puramente profesional. Kroos no piensa arrastrarse por un terreno de juego ni ser un bulto en el banquillo. No es su estilo. Solo quiere jugar al fútbol al máximo nivel y, si no se ve capacitado para ello, dará las gracias y cerrará la puerta con la misma educación y respeto que muestra hacia sí mismo y hacia su profesión. De momento, él es feliz con el nivel que está mostrando y entiende que el cuerpo técnico que tiene al mando también lo ve así. «El único que me puede quitar es el entrenador y Ancelotti me ve en buena forma. Por eso sigue confiando en mí. Yo estoy aquí para jugar y para ganar, y nadie me regala nada».

No le falta razón a Kroos. En los partidos de la verdad, en los que el Real Madrid se juega un título o tiene enfrente un rival de enjundia, siempre aparece en el once. A juicio de algunos, ya no tiene el fondo ni el ritmo para dominar encuentros en los que delante hay un equipo de máximo nivel, pero ese pensamiento está instalado solo en un pequeño sector de los aficionados. Ni Ancelotti ni Florentino piensan así, y de ahí que le hayan dejado claro que ellos desean su renovación. También sus compañeros, que admiran y respetan a Kroos como el mito que es. Faltan 137 días para que sea 30 de junio. Quizás antes haya una buena noticia para el madridismo. O quizás no. Manda Kroos, y solo él sabe qué va a hacer. La incógnita continúa sin ser resuelta.