Mundial de Clubes
El Madrid, en la cima del mundo
Los de Ancelotti consiguen su octava copa mundial de clubes en un partido estelar de Vinicius y Valverde
Ancelotti salva su carnet de entrenador y Vinicius se hace de oro
Título número 100 del Real Madrid y campeón del mundo por octava vez
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Iniciar sesiónTras vencer a sus rivales españoles para ganar la Liga y a Chelsea, PSG, City y Liverpool para ganar la Champions, el Madrid tuvo que derrotar al campeón de Africa y al campeón de Asia para levantar su octava copa mundial de clubes. Ya ... le quedaría jugar con alienígenas, marcianos o equipos de fútbol de galaxias lejanas y desconocidas por nosotros, aunque es probable que ellos sí conocieran al Madrid, su nombre y gran prestigio interestelar.
El Madrid recibió muy pronto al toro del Al Hilal con una larga cambiada que estaba hecha de largos cambios de juego: Rudiger para Vinicius (el pase de Militao), Kroos para Carvajal, y Carvajal para el posible rematador… Eran tres pases de banda a banda trazando una gran zeta madridista en el pecho del Al Hilal, que ya quedó marcado.
Ese juego de toque rápido se repitió durante los primeros minutos hasta que en el 13, la réplica tomo una forma reducida, la triangulación se estrechó en una jugada activada por Benzema, que acabó buscando la entrada en el área de Vinicius con desmarque velocísimo y definición serena para el 1-0.
A la finura y ligereza del toque el Madrid añadió una fuerte presión en la que el campeón de Europa le quería decir algo al campeón de Asia: en esto aun somos los mejores, en esto aun tenemos algo de autoridad. Quizás la 'presión tras pérdida' sea el último paso marcial del continente. ¿Cómo ha salido ese fútbol de aquellos blandos presupuestos socialdemócratas?
La presión la comandaba la agresividad conjunta y como siamesa de Tchoaueméni y Valverde, torres o titanes con alto dinamismo. En esos minutos llegó el segundo: un balón rechazado que empaló Valverde, premio a su responsabilidad con y sin balón: conducción, robo y desmarque, ¿hay una fase del juego en la que no esté?
El Madrid estaba jugando realmente bien. En 20 minutos había conseguido un dominio total que animó al madridismo internacional de la grada. La superioridad era tan grande y tan pronto que solo se podía temer un empeoramiento, y ocurrió, más por la relajación madridista (la falta de propósito) que por el cambio táctico de Ramón Díaz cuando colocó al corpulento Marega en la derecha y levantó una empalizada de triple pivote. Lo que se intuía sucedió: con 2-0 y la posesión, el Madrid regaló un contragolpe a Marega, que marcó el 2-1 en solitaria cabalgada.
A partir de ahí, el Madrid tuvo que volver a coger el punto. Lo hizo por la derecha, más activa que la izquierda, cosa poco habitual. La derecha no solo participaba más, es que se daba en ella una riqueza distinta y plástica por las combinaciones de sus tres elementos. El orden habitual: lateral, interior, extremo, es decir, Carvajal, Modric, Valverde, se invertía y Valverde guardaba a Modric, que a su vez lanzaba a Carvajal. La derecha parecía, de repente, una realidad multiforme, inteligente y coordinada y por ella el Madrid se fue entonando de nuevo, sobre todo a partir del juego de Valverde, otra vez en sazón de ritmo, tracción y entusiasmo.
Quedaba, sin embargo, una pequeña inquietud en algún contragolpe que el Madrid concedía al Al Hilal.
A la vuelta del descanso, el rival saudí parecía más combinativo, con más orden en defensa y el argumento ofensivo de Marega, pero todo quedó en nada con la reaparición estelar de Vinicius: se apoyó en Camavinga, lateral con gesto de interior, y luego dibujó una asistencia de trivela a Benzema, que marcó el 3-1.
Vinicius decidía el partido, pero la banda derecha no se resignaba a perder el protagonismo. Carvajal y Valverde hicieron una larga jugada con paredes que acabó en gol del uruguayo, llegando potentísimo y picando la pelota sobre el portero.
Empezaron los cambios, la euforia madridista en Rabat y un nuevo relajo: Vietto, en otro contragolpe, marcó el 4-2 solo ante Lunin.
La genialidad al alimón de Ceballos con Rodrygo en semifinales se repitió con Vinicius: Ceballos buscó, dribló, y el brasileño, que había intentado un regate experimental, remató ajustando a ese palo suyo, el palo largo, que se le expande, se le agranda, se le hace elástico como si respondiera también dócilmente a sus tobillos. Vinicius regaló minutos de espectáculo a un público encantado. Lo puede hacer en Rabat, aquí no.
Los cambios permitían darse cuenta de la magnitud del palmarés de los sustituidos, pero también descomponían un poco al Madrid. En ese ambiente de celebración y de 'ahora me toca a mí', Vietto marcó el tercero, y aun pudo marcar el cuarto el voluminoso Marega.
El Madrid se puso serio por última vez. Refrenó las idas y venidas y con más cloroformo pelotero se dedicó a esperar un nuevo título, la que quizás sea la Intercontinental o Mundialito más espectacular. Valverde y Vinicius renovaron las gestas recientes de Bale en la competición o aquel 'aguanís' de Raúl que tantos alaridos despertó una mañana de invierno. El Madrid, en la cima del mundo, sigue a la altura de su historia.
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