Márquez hace inútiles los esfuerzos de Viñales

El «12» era el rival a batir. Tan solo Marc Márquez podía plantarle cara. No hubo un entrenamiento que no dominase. Tenía ritmo, sus tiempos así lo demostraron, y salía desde la «pole». Pero las salidas nunca han sido su punto fuerte. Fue precisamente su compañero el que tomó la delantera nada más apagarse el semáforo.

El trazado australiano también da lugar a la nostalgia y a la sorpresa. Valentino Rossi cumplía 400 Grandes Premios y lo hacía en su pista predilecta, donde ha conseguido nueve triunfos. El italiano llegó a liderar la prueba durante dos vueltas. Después fue Crutchlow quien tomó el mando. Era un Gran Premio atípico hasta que Viñales repuso la normalidad.

Márquez vio sus intenciones y pronto se puso segundo. Esperó agazapado durante 14 vueltas . No entró en pelea para poder marcharse del resto. Tenía una buena rueda a la que seguir. Fue en los últimos cuatro giros cuando el ilerdense asomaba tímidamente el morro de su moto al final de la recta principal. El ilerdense ensayaba. Ese sería su ataque.

Llegó la última vuelta. Esa donde Márquez ha visto donde se le han escapado varios triunfos, muchos de ellos a manos de Dovizioso (desaparecido en combate). El «93» lanzó el envite que llevaba varias vueltas probando y se puso por delante.

En Phillip Island hay tres puntos claves para adelantar. Donde lo hizo Márquez, en la curva cuatro y en la diez. El piloto de Repsol cerró la puerta en la cuatro. A Viñales solo le quedaba una oportunidad. Allí lo intentó, pero su montura dijo basta.

Márquez cruzó en solitario la línea de meta. Posiblemente sin ser consciente de que su perseguidor se había ido al suelo. Consiguió su quinta victoria consecutiva y la undécima de la temporada. Llevó al límite a Viñales, al que poco se le puede recriminar tras su gran carrera. Fue al límite por intentar vencer, pero en esa delgada línea que divide la victoria del suelo, por el momento, solo sabe moverse el vigente campeón.