Londres 2012: La familia, siempre presente para los olímpicos
La toalla de Isaac Botella dedicada a su abuelo o el «I love you, mum» de la judoca Gemma Gibson, tributos a los familiares
Londres 2012: La familia, siempre presente para los olímpicos
Compiten ellos, los que nadan, los que corren, los que saltan, los que pedalean, los que levantan pesos o lanzan jabalinas. Pero detrás de todos los que acaparan las miradas del mundo en estos días de Juegos Olímpicos existen unas familias y unos amigos que ... apoyan y levantan en las caídas, que recuperan ánimos y ofrecen hombros en los que llorar. Siempre están allí, y en estos días de gloria, los deportistas olímpicos también se acuerdan de ese soporte que nunca les abandona.
Tras el segundo salto de la final, el gimnasta español Isaac Botella sacó una toalla para secarse el sudor. Para eso, y para dedicarle el sexto puesto a su abuelo con un mensaje que él mismo había escrito en la parte de atrás de la tela. Siempre presentes los familiares, por muy lejos que se compita.
Roger Federer tuvo a su familia más cerca. En el box de la pista central del All England Club estaba su mujer, Mirka, a quien conoció en otros Juegos Olímpicos. Allí estaba ella, sufriendo por él, por su derrota, pero aplaudiendo su sonrisa y el beso del tenista suizo a su medalla de plata. La ganó él, pero es en parte de ella, de sus hijas gemelas. Por eso, el primer gesto de Federer fue hacia ella. Hacia ellas. Como el de Murray, fantástico campeón que saltó la barrera mental y se zambulló en su palco para abrazar a su familia. Son ellos los que aguantan, los que lloran, los que aplauden, los que sufren, los que no ganan los trofeos.
Los padres de la gimnasta Aly Raisman vivieron su ejercicio con especial angustia. Extenuados como su hija terminaron después de sufrir su puesta en escena sin poder estar quietos en la silla.
También sufrió la madre de Michael Phelps .
Espléndida en sus nervios, exultante en su alegría, ciertamente contrariada cuando se dio cuenta de que el oro en 200 metros mariposa no era para su hijo. El sufrimiento de unos padres nunca tiene premio.
La medalla de plata también la recibió la madre de Gemma Gibbson , judoca británica que susurró «I love you, mum» cuando la recibía. Murió hace ocho años, pero siempre estuvo presente en la carrera deportiva de su hija. Parte de ese metal, es suyo. Sí compartirá Mireia Belmonte las preseas con su madre, con quien lloró de emoción cuando le relató lo que había conseguido a través del teléfono. Siempre a su lado, incluso se atreverá a saltar en paracaídas con ella. Amor de madre.
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