El freno al caucho compromete a 10.000 campos de césped artificial en España

Una anomalía en un deporte que se ha ido transformado en las últimas décadas a través de una imparable revolución, la del paso del albero a la hierba artificial. Casi 15.000 campos de fútbol de toda España lucen ahora una moderna piel sobre la que la Unión Europea apunta con dedo acusador en la lucha que ha emprendido contra los microplásticos, una de las grandes amenazas para el medio ambiente mundial. En el césped de unos 10.000 de esos campos existe presencia de caucho, un material que genera esos microplásticos contaminantes y cuya utilización en este tipo se superficies estará prohibida por la UE a partir de 2031.

El problema contaminante de los campos de fútbol de césped artificial no radica en la hierba sintética, sino en una capa de pequeños granos procedentes de neumáticos reciclados que se utilizan para su instalación con una doble función. «Esas bolitas negras que habrán visto todos los que han jugado en uno de estos campos no se usan para asentar el césped porque eso lo hace la arena, sino para que sus fibras se mantengan erguidas. Su principal función, sin embargo, es que el bote del balón sea lo más parecido a lo que sería en un campo de césped natural, tanto en el bote vertical de la pelota como cuando lo hace de forma angular», explica a este periódico Pablo Burillo, profesor investigador de la Universidad Europea y doctor en ciencias del deporte. Según estudios de varias universidades, ese caucho contamina el aire y sobre todo el agua, que acaba llegando a ríos y mares.

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Burillo lanza un mensaje tranquilizador y niega que ese futuro veto al caucho vaya a acarrear la desaparición de los campos de césped artificial, lo que supondría una herida mortal para muchos clubes o, en el mejor de los casos, un obligado viaje de vuelta al barro del viejo albero. «La prohibición de la UE afecta solo a los granulados de caucho que fundamentalmente provienen de neumáticos fuera de uso. Cuando esos granulados son excesivamente pequeños, menos de 0,5 milímetros, se convierten en microplásticos que pueden llegar a las alcantarillas, al agua de los ríos y mares, o estar presentes en los seres humanos a través del roce cuando uno se genera una herida jugando en el césped».

Lo que se prohíbe es un tipo concreto de relleno, el de caucho, no los campos de césped artificial. Algunos, de momento una minoría, según aclara Burillo, ya se están rellenando con elementos reciclables y sostenibles como es el corcho. Equipos de élite como el Betis lo han implantado en sus ciudades deportivas. En cualquier caso, la UE ha dado una moratoria de ocho años.

No solo en el fútbol. Cada vez es más habitual encontrar césped artificial en pistas de pádel, campos de hockey o de rugby, instalaciones que también se verán afectadas por la futura prohibición de la UE. Sin embargo, el anuncio de la Unión Europea, que no se ejecutará hasta 2031, ha desatado especialmente la intranquilidad y el nerviosismo en las categorías inferiores y en los clubes modestos del balompié español. «No tengo claro si a los actuales campos con base de caucho se les podrá reformar con una base de otro tipo y qué coste tendría. Está claro que esa modificación conllevaría un gasto que no sé si los ayuntamientos, en muchos casos propietarios de los campos, podrían disponer de provisión económica para cambiarlos. Lo que está claro es que espero no tener que volver a la arena y al barro», afirma a ABC el presidente del Veriña, Gonzalo Llano, un modesto equipo del fútbol gijonés.

Los datos del fútbol madrileño confirman la hegemónica implantación de la hierba artificial en los campos de esta comunidad, una tónica general en toda España. La Federación que preside Paco Díez tiene censados 463 terrenos de hierba artificial mientras que el rastro de la tierra se reduce a tan solo cinco.

Burillo no considera que la directiva europea vaya a suponer un golpe económico para los ayuntamientos o los clubes porque los campos de césped artificial no son de duración infinita, tienen una vida útil, y deben ir renovándose con el paso de los años, aunque reconoce que el que se realiza actualmente con neumáticos de caucho reciclados es el relleno más barato. «La directiva no es retrospectiva, los campos que existen ya no tienen que desaparecer, pero sí tienen que ir renovándose. Cuando se haga uno nuevo seguramente desde ya se irá haciendo con un nuevo tipo de relleno diferente al caucho ¿Por qué desde ya? Porque la vida útil de este tipo de campos no supera los 8 o 10 años, y la UE, hasta 2030, está dando prácticamente ese plazo de ocho años».