El Barça más tacaño encuentra un tesoro en el Bernabéu

El martes, en la conferencia de prensa de Xavi previa, me llamó la atención la pregunta de un compañero, que no recuerdo el nombre ni el medio, pero que ahora es lo de menos. A estas alturas del Barcagate, todos sabemos que medios de comunicación y qué periodistas han ejercido el periodismo y quienes el pelotismo, que no nepotismo. No lo confundan. La cuestión era si temía que el partido pudiera estar contaminado y condicionado por la comparecencia de Medina Cantalejo y Andreu Camps, a las 14.00 de ayer, siete horas antes del inicio del choque.

Durante 17 años, como mínimo, el Barcelona estuvo pagando una cifra media de 500.000 euros al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, y resulta que una rueda de prensa del actual presidente del CTA y del secretario general de la RFEF, para escenificar su indignación y rechazo ante lo ocurrido entre el club azulgrana y Enríquez Negreira, podía ser sospechosa de influir en el arbitraje de Munuera Montero anoche el Bernabéu. ¡Caray!

Xavi tiró de respuesta disuasoria y conciliadora. El ridículo ya lo hizo días antes cuando aseguró que hacían bromitas en el vestuario con el que es el mayor escándalo de la historia de nuestro fútbol. Como si con ellos no fuera la cosa. Algo así como el 'Espanya ens roba' del independentismo, el mayor ejercicio de cinismo de Catalunya hacia el resto del país. El Barçagate va camino también de ello. Acabarán haciéndonos creer que todo esto es una campaña orquestada desde la capital. Laporta, responsable de cuadriplicar las facturas a Negreira, ya les señaló el camino. Nada más saltar el escándalo, tardó un nanosegundo en el metaverso en utilizar esta simpleza.

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Poco tardó también Munuera Montero en marcar territorio ante uno de los partidos más complicados de su carrera. «Pito yo, tranquilo», le dijo a Modric tras un robo de balón a 30 metros de la portería rival que propiciaba una prometedora situación de ataque para el Madrid. Poco después, en el minuto 12, Benzema adelantaba a los blancos. Gol anulado por fuera de juego. También levantó el brazo en el tanto de Militao en propia puerta, pero en esta ocasión el central habilitaba por milímetros a Kessié. El disparo del marfileño, despejado por la pierna de Courtois provocó una carambola doble entre el brasileño y Nacho antes de acariciar la red blanca. 0-1.

El tanto azulgrana vino justo después de una amarilla a Vinicius que encendió la caldera del Bernabéu. El brasileño y De Jong porfiaron en el centro del campo en la disputa de un balón. Ambos se agarraron a lo pressing catch, pero solo el '20' blanco fue amonestado, ante la indignación de los blancos, que rodearon al jiennense para pedir explicaciones. Solo Raphinha se marchó al descanso con amarilla por parte del Barcelona. Se la mostró en el 45. Gavi pudo ver tres. Y Araujo otras dos. Sí que había condicionado la rueda de prensa.

El ruido arbitral había sacado del partido a un Madrid de presión alta, dominio de balón y acertada circulación ante un Barcelona bien agazapado y generoso en el trabajo defensivo, que apostó por las transiciones. Los pájaros disparando a las escopetas.

Necesitaban los de Ancelotti regresar al fútbol, y eso hizo en la segunda mitad, pero se encontró con una versión potenciada de un cerrojazo azulgrana, al que le acompañaba constantes arañazos al cronómetro. Mourinho había vuelto al Bernabéu disfrazado de Xavi.

Lo paradójico es que mientras el Madrid se estrellaba una y otra vez contra las dos líneas de cinco que plantó el técnico del Barça, Kessié rozó el 0-2. Ansu Fati, él no quería, evitó el tanto interponiéndose en la dirección del disparo, cuando este ya había vencido a Courtois.

Ejercicio de frustración del Madrid. Un 65% de posesión para no disparar ni una sola vez entre palos. Ni siquiera la irrupción en la media hora final de Rodrygo, el jugador con más talento en espacios reducidos, logró generar zozobra en el área azulgrana. El Barça más tacaño se acerca a Sevilla con un gol de en propia puerta. El relato ya no cuela.