Aimar y el Chimy Ávila castigan las dudas de la zaga sevillista

Cayó la noche en Pamplona, huyó el calor del día y el Osasuna entró como un vendaval en el verde de su estadio. Como preludio a lo que llegaría después, en el primer minuto el Chimy Ávila erró un mano a mano clamoroso ante Bono. La afición navarra rugía, los de Jagoba arrinconaban a los andaluces en su área y, como consecuencia, en el minuto ocho, de nuevo el Chimy ganaba la espalda a Gudelj y aprovechaba un genial envío de Peña para poner con su testa el 1-0 en el marcador. El Sevilla echaba de menos a su ya pretérita pareja en la zaga, los ilustres Diego Carlos y Koundé. Sin embargo, acto seguido, apareció uno de hombres de la noche: el Papu Gómez recibió la bola en la banda izquierda, y con un pase precioso asistió a Mir para el empate (m. 11).

En el resto del primer tiempo se vivió un bonito intercambio de golpes donde una gran parada de Bono a Torró, un balón al palo de Moi Gómez y otro remate al poste de Delaney amenazaron con romper la igualada.

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A la vuelta de vestuarios, inevitablemente, la tensión bajó y la pesadez en las piernas de los jugadores empezó a demostrar cómo debe ser el fútbol en verano. Entretanto, cuando no pasaba nada, un tímido penalti del Papu sobre Moncayola le dio el triunfo a los locales. Lo lanzó el joven canterano Aimar Oroz, que, tras hacer un óptimo choque, no erró para algarabía de los suyos.