Fútbol
Violencia fuera de control en el fútbol portugués
La Liga del país vecino bate el récord europeo de trifulcas y expulsiones
Los ultras de los clubes españoles emergen en la normalidad
Trifulca en el Oporto-Sprting de Lisboa jugado la pasada semana
La violencia y la sinrazón invaden el fútbol portugués a unos niveles insospechados y, sobre todo, inauditos en Europa. Jornada sí, jornada también, los jugadores se enzarzan en discusiones con altos niveles de agresividad, cuando no llegan a las manos y continúan en ... el túnel de vestuarios más allá del pitido final.
Da igual si se enfrentan equipos de primera línea o modestos, las chispas saltan cada fin de semana por cualquier motivo: una decisión arbitral polémica, un codazo, un gesto, una mirada… ni la aplicación del VAR ha logrado calmar las aguas .
El clásico Oporto-Sporting de Lisboa se saldó el pasado viernes nada menos que con cuatro expulsados, en un final de partido bronco e impropio de dos de los mejores clubes del campeonato, que marchan primero y segundo en la clasificación separados por seis puntos.
Nada extraño, por tanto, que un estudio pormenorizado arroje unos números sonrojantes: 72 expulsiones a lo largo de 22 jornadas . Una cifra muy por encima de las que se registran en la Premier, la Serie A o La Liga Santander.
Cada dos encuentros, un jugador sale del campo expulsado en Portugal. Una media altísima que se corresponde con esta equivalencia: un árbitro enseña 0,50 tarjetas rojas por partido , mientras que en Francia e Italia el dato se queda en 0,36, en España 0,34, en Alemania 0,22 y en Reino Unido 0,14. Precisamente, Lisboa y Oporto deberían mirar a Londres o Mánchester para buscar soluciones, pues aquella beligerancia que solían imponer los ‘hooligans’ se ha reducido de forma considerable gracias a los castigos severos y a las prohibiciones taxativas de entrar en los terrenos.
En cambio, la impunidad rige a sus anchas en Portugal actualmente, y así resulta difícil enderezar la curva. Quedó demostrado en el Estadio do Dragao , donde hasta 50 personas (entre jugadores y técnicos de las dos escuadras) se vieron implicadas en unos altercados más propios de Angola o Mozambique (por citar solo dos excolonias lusitanas en África) que de la competición de la que salieron Futre, Deco, Figo, Cristiano Ronaldo, Bruno Fernandes o Diojo Jota.
S iete expulsiones en la jornada 21 baten el récord de despropósitos que se vienen acumulando, con el Belenenses y el Sporting en cabeza de la triste lista de los equipos con más jugadores que se tienen que ir del campo antes de tiempo: siete y seis, respectivamente. Si tenemos en cuenta las tarjetas amarillas que se muestran, al Marítimo de Funchal le han enseñado nada menos que 62, en lo que va de temporada. En el extremo contrario, el Benfica ha recibido 32 de ellas y se convierte en el club más disciplinado.
En total, la primera vuelta de la Liga portuguesa ha visto cómo se sacaban 932 cartulinas, que corresponden a 54 rojas y 878 amarillas… y el futbolista más veces expulsado esta campaña (de momento, claro) es Alfa Semedo, del Vitoria Guimaraes, en tres ocasiones ya.
Operaciones policiales
Pero es que, además, las operaciones policiales por supuesta corrupción se suceden en los últimos meses en las oficinas de los principales equipos, sin parangón en Madrid o Barcelona. No olvidemos que el expresidente del Benfica, Luis Filipe Vieira , aparece presuntamente en asuntos oscuros de cobro ilegal de comisiones. Y lo mismo Pinto da Costa, quien llevó a Íker Casillas a orillas del Atlántico hace unos años.
La Liga portuguesa produce también episodios tan insólitos como el escándalo acontecido a finales de noviembre: el Belenenses-Benfica no se suspendió a pesar de que los primeros se vieron arrasados por un fuerte brote de Covid. El modesto club del barrio lisboeta de Belém solo tenía nueve jugadores disponibles… y aceptó disputar el encuentro contra los 11 benfiquistas en esas inusuales condiciones. Increíble, pero cierto, así que el resultado al descanso fue de 0-7. Una anomalía sin precedentes en Portugal o, por supuesto, en cualquier país europeo.
¿Cómo es posible que ni la Liga ni la Federación Portuguesa frenaran semejante despropósito? Era la pregunta que recorría las redes sociales de norte a sur, tal cual reflejaban los comentarios de Bernardo Silva, estrella lusa del City de Guardiola. Para colmo, los jugadores del Benfica celebraban los goles como si tal cosa, lo cual convirtió el partido en surrealista, o más bien kafkiano, dado el agravamiento de la situación epidemiológica registrado al otro lado de la frontera antes de Navidad.
La reanudación del partido tras el intervalo se demoró unos minutos porque el árbitro entró en el túnel de vestuarios. Saltaron al campo para disputar la segunda parte siete de los nueve jugadores del Belenenses y uno de ellos se tiró al suelo enseguida. «Esto es el juego de la vergüenza«, «Deberían suspender no solo este encuentro sino toda la competición». Las frases corrían como un reguero de pólvora porque pocas personas daban crédito a lo que veían sus ojos.
Finalmente, el partido se acabó suspendiendo ya que la polémica no dejaba de crecer y el Belenenses se quedó con seis efectivos en el césped.