Un futbolín sin testosterona

Lo invariable era lo de menos, las once figuritas a las que se castigaba a base de leñazos contra una pelota durísima, que resonaba como una pedrada a cada contacto con la madera de la mesa, normalmente el doble de larga (122 centímetros) que ancha (61), con dos mitades inclinadas hacia el centro si era el modelo español, que también se diferenciaba del resto por armar a sus jugadores con metal y permitirles disponer de dos piernas. El formato que se popularizó internacionalmente las juntaba en una especie de taco que ofendía la mirada de los puristas y restaba imprevisibilidad a un juego inspirado en algo tan azaroso como lo que más, esto es, el fútbol y los dictámenes de la parte del cuerpo más alejada del cerebro: los pies.

Por suerte, lo tradicional no siempre es bueno, que si no seguiríamos yendo a trabajar en carros tirados por caballos y acordaríamos la hora de nuestras citas atando un papelito a una paloma servicial. Subiéndose a esa impresionante ola que rompe en el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer , la Federación Española de Fútbol se ha propuesto apurar los márgenes que discurren entre lo masculino y lo femenino extirpando del futbolín el carácter restrictivamente masculino.

Desde este domingo el Hotel Residencia de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas contará con el primer futbolín compuesto por jugadoras , concretamente las del equipo español, enfrentadas entre varas metálicas con la selección de Estados Unidos, la mayor potencial mundial en fútbol femenino. Con él, la Federación pretende acentuar «la fuerza, el empoderamiento y la lucha por la igualdad de las mujeres a través del deporte».

El enfrentamiento viene que ni pintado, pues la selección entrenada por Jorge Vilda se enfrentará este domingo a EE.UU. en la SheBelieves Cup de Nueva York, un torneo reivindicativo al que sólo han sido invitados tres países además de la selección yankee, flamante campeona del Mundial que el pasado verano tuvo lugar en Francia, verduga, también, de España en los octavos de final. Lo tradicional, con Inglaterra y Japón completando la nómina de participantes, es que ganen las anfitrionas, que son las más buenas. Por suerte para el resto, son cosas que en algún momento se quedan viejas.