REAL MADRID
Benzema, todo era cuestión de confianza
Se sintió abrumado al llegar. Era uno más. No era importante, como en Lyon. Cuando recibió «mimos», no palos, explotó
Cuando Florentino Pérez viajó a Lyon en 2009, Karim Benzema (Lyon, 1987) se quedó sorprendido. Un hombre tan importante venía a su casa, en secreto, con el objetivo de convencerle para que fichara por el Real Madrid. El delantero era un joven adelantado ... a su tiempo que brillaba en el Olympique de Lyon desde los 17 años, pero no era lo mismo jugar en el club francés que en el equipo español. La trascendencia mediática la pagó nada más llegar. Firmó en el verano de 2009, con 22 años, y se sintió abrumado al verse en las primeras páginas de los periódicos un día sí y otro también. Lo que más le asustó era ser examinado en cada partido, aunque fuera amistoso. Cuando leyó que estuvo flojo en un encuentro de agosto se quedó confundido. Se juzgaba a los futbolistas en cada torneo, en cada situación. Tardó dos años en asimilar tanta presión . En el Olympique salía en la prensa una vez por semana.
Tuvo que reflexionar. El hecho de que Florentino Pérez acudiera a Lyon a contratarle no significaba que tuviera la titularidad asegurada, como sucedía en el conjunto galo. Allí se había ganado su puesto a fuerza de exponer sus virtudes en el fútbol de contragolpe, con su zancada y su remate, pero era indiscutible. Al llegar al Bernabéu se vio superado por los acontecimientos . Era uno más. Ese reparto de atención le dejó perdido. El idioma era otra barrera. Estaba junto a grandes jugadores de muchos países y se sentía de nuevo como el jovencito que debía ganarse el sitio. Otra vez no, por favor. Sí, tenía que empezar a hacerse un hueco en la historia del balompié mundial o admitir el fracaso. El Real Madrid era el lugar donde debía confirmar su calidad. Lo hecho hasta ahora no era más que un salto adelante. S e hundió anímicamente . No tenía el mimo del entrenador, ni de nadie. Era una competencia extrema.
Karim sufrió el mismo síntoma de soledad que viven muchos futbolistas al aterrizar en el Real Madrid. Y Mourinho radicalizó esa enfermedad de la competencia. Las críticas a su fútbol desangelado, sin sangre, le afectaron. Escuchar de su técnico que «estás dormido» le perjudicó. Su «jefe» decía lo mismo que leía en los diarios. Higuaín le quitaba el puesto. Marcaba goles. El argentino también había sido acusado dos años antes de ser «igualín» que el otro Ronaldo, con una crueldad infinita. Gonzalo había vencido esa maldad. Había callado bocas. Y le estaba dando una paliza en la titularidad. Cuando Mourinho habló del «gato» que siempre cazará peor que el perro se volvió a sentir derrotado. El gato era él. Torpe, sin saber aprovechar sus oportunidades.
El toque de Zizou
Lass le echó una mano, pero no era fácil sacar a Benzema de su timidez. Se encerraba. No hablaba con casi nadie. Hasta que Zidane cogió al chaval y le levantó la moral . «Yo también pasé por esto cuando llegué al Madrid, y era una figura consagrada», le contó con sinceridad. «Dijeron que no jugaba bien. Me criticaron. No me rendí. Y por fin reconocieron mis méritos. Tú debes hacer lo mismo». Karim le confesó que Mourinho le daba mucha caña. Que era muy duro con él. Zinedine contestó que sería mejor para él. O salía más fuerte o se hundía.
Zidane habló, de todos modos, con el portugués. Le explicó los sentimientos de Benzema. Le rogó que rebajara el pistón y cambiara la táctica del palo y la zanahoria por el diálogo para convencerle de su valía. «El Gato» solo pedía cariño. Lo recibió. Y todo cambió.
Empezó a marcar goles, a sentirse importante. Hoy es el delantero titular. «Cuando le daban palos a él, lo que querían es darme palos a mí », dice Florentino Pérez al valorar la evolución de su fichaje. Quizá necesitaba estos dos años para asumir la responsabilidad de estar en la diana de la crítica constantemente. Es el precio de militar en el Real Madrid. Lo dicen Arbeloa, Ramos, todos los internacionales españoles. Le pasó a Zizou al verse cada mañana en la prensa. Hoy, Benzema despliega su madurez como delantero. Suma 18 tantos. Es el atacante más completo del equipo. Actúa por la derecha, por la izquierda, en diagonal. Y remata. Ganó la batalla. «O te haces más fuerte o te hundes» . Zidane le dio el empujón para salir del pozo y enseñar sus poderes. Sin ese apoyo, se habría dilapidado un genio. Lo sucedido es un ejemplo de lo que los grandes clubes tienen que hacer a veces con sus fichajes para que demuestren lo que son.
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