Final de la Champions
Ancelotti vs Simeone: La calma y el frenesí
La pasión de Simeone, que toca a las puertas de la élite europea, se enfrenta a la tranquilidad y el equilibrio de Ancelotti
hughes
Simeone sería el primer entrenador iberoamericano en ganar la Copa de Europa desde Helenio Herrera. Antes, solo Carniglia con el imparable Madrid de Bernabéu. Siempre resalta Simeone la dificultad de triunfar en Europa. Tenemos la sensación de que los banquillos fueron invadidos por la ... retórica pelotuda de los Cappa, pero lo que hay son muchos comentaristas, entrenadores ya es otro cantar. Si se repasa el palmarés del torneo surge el quién es quién de los banquillos. Desde Muñoz a Guardiola, pasando por Rocco, Busby, Happel, Clough o Sacchi. En esa aristocracia está Ancelotti , que podría igualar en lo más alto a Bob Paisley con tres victorias. Para Simeone es la llegada definitiva a la élite, y para Ancelotti una culminación. Para el Atleti, la primera; para el Madrid, el reseteo cabalístico de la Décima, un no se sabe qué hacia el infinito ordinal.
Noticias relacionadas
Diez años de diferencia entre los dos y estilos distintos. Se dice siempre, pero aquí es verdad. Simeone es la pasión. Su primer recuerdo es Passarella nimbado de papelitos albicelestes. Influido por Basile, Bilardo y Aragonés, reinterpreta en su tremendismo cholo la pasión de autor de Guardiola y Mou (los new romos del banquillo). Es decir, es un sincrético. Sin esclavitud alguna a forma o estilo de juego, el punto fuerte de Simeone es el liderazgo. En una Europa sin líderes, llega él y todos queremos ser Godín. No hay más que ver lo que hizo con el equipo de Manzano . Para huir de las comparaciones, Don Goyo tuvo que irse al Beijing.
Libertad primaria
El reto del Cholo es imbuir a todos de una idea. «Mis primeras charlas como entrenador las daba en un cuartito pequeño, todos apelotonados para que no se escapara la idea». La idea común de Simeone se cimienta solo sobre el esfuerzo («lo innegociable») y se articula a través del compromiso, palabra fetiche. Entiende el juego como una forma de libertad primaria: «¿No ves esos animales que corren por el campo? Son libres. Yo me sentía así jugando». En su liderazgo hay algo que supera las moderneces del coaching, una forma marcial de dar sentido.
Cuando dijo «o ganamos o morimos ganando» estaba reformulando, con un existencialismo de la victoria, el ganar y ganar de Luis. Llegó al descanso del Camp Nou y pidió lo imposible con una sola frase: «Creed en lo que os digo». Una fe, un liderazgo casi de secta. Cualquier día aparece Tom Cruise en el Cerro del Espino.
Por su parte, Ancelotti es heredero confeso de Liedholm, el entrenador sueco, leyenda del Milán del Gre-no-li, que le apadrinó cuando empezaba a jugar en la Roma. Son suyas la tranquilidad y la voluntad de estilo. Liedholm, precursor del toque, introdujo en la Italia trapattoniana la defensa en zona y la superioridad de los volantes en medio campo. Esa querencia por el «bel gioco» que incorporó el Milán en su tradición y que no tienen la Juve o el Inter. Así, Ancelotti, con un estilo persuasivo, flemático (la flema caballerosa y escandinava de Liedhlom, de raro humor, matizada de campesina ironía en Ancelotti), ha intentado siempre un fútbol elegante, equilibrado, de toque.
Pero sin dogmatismos, sin extremosidades, con el mismo espíritu integrador con el que Liedholm proponía una europeización del calcio y a la vez defendía el catenaccio: «¿No resulta también antifútbol el rosario de faltas tácticas en el centro del campo?». Carletto no tiene como aspiración última de su trabajo la galvanización psicológica, el liderazgo frenético, sino la plasmación de una idea de fútbol, de una cierta forma de jugar. Estilo, pero estilo leve, aligerado por el pragmatismo y el sentido común. Cuando vencía con el Milán, Gattuso se iba a por él y le agarraba de los carrillos (tentación unánime en la euforia de Lisboa). Pues Simeone es energía gattusa. Los equipos del Cholo son una lata de refresco recién agitada. Los de Ancelotti, un orden afable, algo melancólico, con cierta anemia de propósito. Nunca completamente totalizadores.
Los trajes negros del Cholo son los que hace años llevó Ancelotti, que este año formuló a su manera lo del «culo pelao» de Luis («lo tengo a prueba de terremotos»). Del argentino conocemos la pasión por sus hijos, pero poco más. De Ancelotti, el gusto en la mesa, un cierto hedonismo. La sospecha de que, para él, el fútbol, como en la mítica frase, sea lo más importante dentro de las cosas menos importantes de la vida. Para Simeone, ahora mismo, esta proporción no está tan clara.
Ancelotti vs Simeone: La calma y el frenesí
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete