La fe del Atlético mueve montañas

No fue, de arranque, el Atlético encendido que hemos visto en este comienzo de temporada. La cautela se incluyó en el libreto del partido. El escenario y el rival así lo aconsejaban. El Zenit está bregado en estas lides y dispone de talento y pólvora de medio campo para arriba. Dominaron los rojiblancos en el primer tiempo, pero con pasión controlada, tratando de que los rusos no armaran contragolpes. Importaba sobre todo cortocircuitar al portugués Danny , probablemente el futbolista más clarividente del conjunto de San Petersburgo. Por eso cuidó el Atlético la posesión en las botas de Arda y Adrián , cuya habilidad para esconder la pelota es notable, y masticó los lances en una versión casi desconocida.

Con ambos equipos vigilando sus espaldas los minutos transcurrieron sin ninguna jugada de peligro real hasta alcanzada la media hora, cuando Filipe ensayó un tiro desde la frontal del área y el balón salió rozando el poste. Fue una señal, como abrir la espita de las emociones. Unos minutos después, en un saque de esquina botado por Koke, Miranda apareció cerca del primer palo para rematar de cabeza y anotar el primer gol. La jugada recordó, por su ejecución y sus protagonistas, a la que dio el título de Copa del Rey al Atlético en el Bernabéu hace unos meses. La memoria sentimental de la parroquia rojiblanca seguro que no pasó por alto el detalle.

De la zozobra a la victoria

Poco o nada mostró el Zenit en el primer acto, con Danny prácticamente desaparecido y Hulk reservado para los libres directos. El aspecto del delantero brasileño impone, y golpea el esférico con ánimo de romperlo, como pronto iba a comprobar Courtois. Desbaratado su plan inicial, los rusos trataron de la vuelta al signo de la noche. Avisó Kerzhakov con un remate que el gigante belga desvió con una mano milagrosa. En la siguiente acción, una primorosa combinación del centro del campo del Zenit acabó con un misil que Hulk incrustó en la red. Cinco minutos después, en un saque de falta, Kerzhakov estrelló el balón en el larguero. Estaba el Atlético metido hasta el cuello en su zozobra cuando un pimpampum en el área rival acabó con el balón alojado en la red , rebotado antes en la fe inquebrantable de Arda. A estas alturas, la pizarra se transmutó en montaña rusa.

El Zenit pasó del pico al valle, preso de la estupefacción, y el Atlético se vio con fuerzas para sentenciar el debate. El gol de la tranquilidad lo empezó el mejor, Arda, un tipo con una cabeza privilegiada para este juego que, con Simeone de patrón, se sacrifica en defensa sin que se le caigan los anillos. Baptistao, que acababa de dar el relevo a Adrián, recibió el balón del turco al borde del área y lo cruzó fuera del alcance de Lodygin. El delirio llegó a la grada, cuya esperanza es que este torneo esquivo empiece a mostrar otro rostro para el Atlético.