Checo Pérez compensa a Red Bull en Singapur

Una de las prioridades de la Fórmula 1, la seguridad, se ha convertido también en uno de sus impedimentos para dar rienda al espectáculo. Llovió en Singapur antes de la salida y en el exceso de celo la Federación Internacional (FIA) retrasó una hora el inicio de la prueba. La lluvia es el enemigo de la F1, pero tampoco se entiende esa obsesión por evitar el agua y casi prescindir de la existencia de los neumáticos extremos.

Los empleados de los equipos, los operarios del circuito, todo aquel que pudo sujetar una escoba, dedicó la hora a achicar agua, a limpiar charcos, a secar la pista. Un mundo contrarreloj para sortear al enemigo húmedo.

Singapur es un circuito excitante por casi todo, menos por la emoción que procura en pista. Una ciudad alucinante, el entorno nocturno de los leds que iluminan el trazado, una afición entusiasta, pero siempre un recorrido que ofrece una gran dificultad para adelantar.

Suele haber otras situaciones, como el autoaccidente de Nelsinho Piquet que le dio el triunfo a Alonso y provocó la expulsión de Briatore de la F1, aquella parada de Massa en la que se llevó la manguera de la gasolina... Una pista que se decide por los coches de seguridad, los accidentes, los cambios de ruedas o las paradas más o menos lentas, nunca por los adelantamientos.

La salida en Singapur decreta ventaja para 'Checo' Pérez, que parte como una centella ante el Ferrari bloqueado de Leclerc, Sainz se pone en marcha tercero por delante de Hamilton y Alonso pierde posición con Norris. Verstappen cede cuatro puestos y es imposible que sea campeón este domingo.

Y a partir de ahí es cuestión de gestionar la paciencia, 61 vueltas, o dos horas de carrera, porque Singapur siempre estira el cuello y ofrece grandes premios muy extensos.

Se suceden los coches de seguridad, como es costumbre, o sus primos virtuales, pero nada cambia porque ningún equipo se atreve a montar neumáticos lisos después de la diluviada. El primero es Russell, que circula muy retrasado y no tiene nada que perder.

Verstappen se coloca detrás de Alonso y se prepara para un rato de agobios porque el español es duro como el pedernal. No logra rebasarlo hasta que el motor Renault del Alpine dice basta y deja tirado a Alonso por segunda carrera consecutiva. El día en que se convierte en el piloto con más carreras disputadas de la F1, el asturiano se queda chafado, observando la carrera con la mirada perdida detrás de la vallas.

Fallan los grandes. Hamilton se excede de optimista y choca contra las protecciones, un alivio para Carlos Sainz porque el británico acosaba la posición del madrileño a menos de un segundo.

También se equivoca Verstappen. Su temporada es colosal, cuesta recordar un error del holandés en este curso de diez en el que ha ofrecido recitales de conducción y seguridad al volante. Al tratar de superar a Norris se cuela, frena tarde y se va por una escapatoria.

Leclerc acomete la victoria con un hueso duro. Sergio Pérez es un ejemplo de profesionalidad y oficio en la F1. Se defiende como un búfalo ante el ataque de la leona, le cierra los huecos, le dice que lo tendrá crudo. En cinco o seis vueltas el monegasco lo intenta hasta que desiste a riesgo de desgastar los neumáticos. 'Checo' se sale con la suya. La FIA comunica que investigará al mexicano por una infracción con el coche de seguridad, en vez de resolver la situación en un santiamén. Pérez se exprime para lograr cinco segundos de ventaja a Leclerc, el colchón de la posible sanción y el germen de una victoria muy merecida.