fórmula 1
Vettel también somete al mejor Alonso
El español logra un magnífico segundo puesto en Valencia frente al alemán intocable
JOSÉ CARLOS J. CARABIAS
El Mundial de Fórmula 1 propone un juego perverso. Separar los mundos en dos. De un lado, el inalcanzable Red Bull, y de otro, el resto de los mortales. Algo así como la distancia que ha establecido el Barcelona de Guardiola y los equipos que ... discuten su supremacía con todas las armas a su alcance. En la Fórmula 1 cunde la desesperación unas veces, la incredulidad otras y casi siempre el escepticismo. Sólo Red Bull navega en otra dimensión. En Valencia funcionó la mejor versión de Fernando Alonso y de Ferrari. Pero ni así, en un mediodía académico, sin fallo, sin un solo reproche, le dio para llegar hasta el pedestal de Vettel, que ganó con una mano. Su sexto trofeo de ocho posibles. [Así hemos contado la carrera]
Flotaba esta vez la incertidumbre sobre la nueva reglamentación impuesta por la FIA y el mando a distancia de Bernie Ecclestone, esa limitación parcial a los argumentos técnicos de Red Bull plasmados en la configuración del motor que, en Inglaterra, afectará al soplado de los escapes, presunta arma secreta de la escudería líder. La gente, como la FIA y Ecclestone, quiere competencia y un rato de ocio frente al televisor. El aburrimiento es la prematura muerte de casi todo.
Decir que el campeonato se ha igualado resulta temerario por impreciso, pero lo que se vio ayer en Valencia responde a la necesidad común: entretenimiento. Alonso ingresó en el feudo Red Bull. Lo hizo en plan sandwich. Vettel, en un lomo, y Webber, en el otro. Sólo pudo tantear la cintura del moreno australiano.
Mantuvo una vibrante lucha con Webber desde el primer minuto, lo cual quiere decir bastante en cuanto a las facultades del Ferrari. Cualquier asunto se aprecia mejor desde la distancia, con la perspectiva temporal y vital, y no cabe duda que el bólido rojo es ahora un mejor medio de locomoción que en el principio de temporada. En Mónaco, Canadá y Valencia, el pack piloto-coche ha dado la talla, con ritmo suficiente para reclamar un sitio en el podio. Las circunstancias, los accidentes o los errores en la pizarra habrán decretado antes otro resultado, pero el asunto ha mejorado para Alonso.
Ni un abandono
Sin accidentes, coches de seguridad ni injerencias externas, fue una cita interesante que se resolvió con limpieza. Sin apenas anotaciones bruscas según corresponde a la fisionomía de un circuito urbano. Concluyeron la carrera los 24 protagonistas (la mayor proporción de la historia) y no hubo alteraciones que reseñar. Ni una bandera amarilla ni un alerón volador. Nada de nada. Vacaciones para el coche de seguridad, siempre al rebote en este gran premio. En uno de los domingos más nítidos del año, Alonso pudo sonreír al fin.
El asturiano adelantó al australiano en la pista, enchufado como se enchufa cuando corre en suelo español. Perdió luego la posición con Webber en el cambio de ruedas, separados ambos por escaso margen. En el cara a cara, Alonso no tuvo infortunios esta vez. Ferrari actuó con diligencia en el tramo final. Apuró el rendimiento de los neumáticos blandos del coche de Alonso y así consiguió adelantar a Webber, que había parado varias vueltas antes.
Con Vettel en otra división, Jaime Alguersuari despachó una carrera fantástica. Salió en el puesto 18 y acabó octavo después de arriesgar, adelantar y manejar una acertada estrategia de su equipo. Sólo paró dos veces y se jugó el bigote con sus ruedas entre alambres. Fue su manera de dar carpetazo por esta semana a los rumores que lo alejaban de la F-1 por uno de esos flujos comunicativos sin propietario en la palabra. Después de una notable carrera en Mónaco y potente en Montreal, llegó al fin al superlativo.
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