fórmula 1
El círculo íntimo que acompaña a Schumacher
Solo cuatro o cinco personas forman el reducido grupo que arropa al piloto de Fórmula 1 en el hospital de Grenoble
Una pregunta sin respuesta vuela de un rincón a otro en el planeta. «¿Y cómo está Schumacher?». Cuestión volátil y sin veredicto a la vista. Nadie lo sabe de puertas afuera de la habitación de la quinta planta del Hospital Universitario de Grenoble, unidad de ... cuidados intensivos del servicio de neurocirugía donde vive desde hace casi dos meses el piloto con más éxitos de la Fórmula 1. No lo sabe, y si lo sabe no lo dice, Gerard Saillant, cirujano parisino presidente del Consejo Científico del Fondo de Solidaridad para la Vida que operó a vida o muerte a Michael Schumacher el pasado 29 de diciembre después de un pavoroso accidente en la estación más chic de los Alpes franceses, Meribel. Y solo cuatro o cinco personas están al tanto del laborioso y entubado día a día de Schumacher en la cama. Son el círculo íntimo del piloto. Su mujer, Corinna. Su portavoz y eterna jefa de prensa, Sabine Kehm. Su padre, Rolf. Y Jean Todt, el mejor amigo del piloto alemán en la Fórmula 1.
Dos guardaespaldas custodian la quinta altura del hospital y dos vigilantes más contratados por la familia Schumacher vigilan la puerta de la cámara donde el piloto trata de recobrar la consciencia desde que el pasado 30 de enero los médicos que lo asisten iniciasen el proceso para sacarlo paulatinamente del coma. La sedación se reduce progresivamente, según imagina que sucede el doctor Jean-Luc Truelle, especialista en neurología que trabajó en el hospital de Grenoble y fue consultado por L’Equipe.
Nada es oficial hasta que no sale de los labios de Sabine Kehm, antigua periodista del Süddeutsche Zeitung que ejerce como jefa de prensa del piloto desde hace veinte años. Desde que se estrenó como pasajera en la Fórmula 1 en el gran premio de Alemania celebrado en Hockenheim en 1994. Antes le organizaba entrevistas, ruedas de prensa y exposiciones públicas. Ahora habla en nombre de Schumacher y su familia.
Los hijos, en la mansión
Corinna, la esposa del piloto desde 1995, aguanta una espera insoportable. Cada día acude al centro hospitalario en un Mercedes negro con personal de seguridad, provista de la misma discreción de la que hacía gala cuando acompañaba a su marido a las carreras de Fórmula 1 en Ferrari y luego en Mercedes. Corinna siempre fue el contraste total de su cuñada Cora, la mujer del hermano de Michael Schumacher —Ralf—, mujer exuberante y llamativa que protagonizó algún escándalo sentimental recogido por la prensa rosa. Corinna y Michael Schumacher tienen dos hijos, Gina María, de 16 años, y Mick, de 14, que cursan estudios en la ciudad suiza de Gland, donde la familia vive en un mansión con helipuerto, cine y una cuadra para multimillonarios, Horse Blanket.
El padre, Rolf Schumacher, vive a caballo entre Alemania y Grenoble, la eterna ciudad en obras del Tour de Francia. Hace muchos años no hubiera podido pagarse tanto desplazamiento: trabajaba como albañil de chimeneas y era un fanático del automovilismo. Como hizo el padre de Alonso, le construyó un kart a su hijo y le impulsó a conducir coches con cuatro años. La madre de Schumacher, Elisabeth, separada de Rolf en 1997, falleció en 2003 mientras su hijo ganaba una carrera en Ímola.
Jean Todt es el soporte de la familia. Presidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), ex jefe deportivo de Ferrari y amigo íntimo de Schumacher desde que ambos conquistaron cinco mundiales con el bólido rojo, visita todos los lunes al campeón alemán y le transmite su energía para aferrarse a la vida.
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