Roglic asesta el primer golpe

Desde Irún, en la frontera con Francia, hasta Éibar, a las puertas de Ipurúa, el pelotón se toma el inicio de la Vuelta como si fuera el último día de su vida. Un paso frenético , con escapada cancelada, el Movistar hiperactivo, el Jumbo en modo Tour y el Ineos sacando codos para fomentar la candidatura de su hombre, el ecuatoriano Richard Carapaz.

Antes de Arrate, con el pelotón desgastado por la lluvia, la velocidad y las caídas (el colombiano Daniel Martínez, el canadiense Michael Woods), Froome dimite . No puede seguir a un grupo de noventa o cien corredores. Es el fin de una era, el periodo británico del imperio Ineos-Sky. Es conmovedor su amor propio por enlazar, en las cuestas del recorrido, en los descensos húmedos. No puede. Está descartado el primer día.

También parece arrinconado Valverde como candidato a la general. En un año horrible para él, sin victorias, pierde contacto ante el ritmo de Iván Sosa o los acelerones de Kuss . Aguanta y hasta se le ve pletórico a Enric Mas, el mallorquín del Movistar. Sale como un resorte a los ataques, no se esconde. «Salimos a ganar la Vuelta, corro en casa y estoy bien», dice luego en la meta.

El grupo que sale en la primera foto está compuesto por Sepp Kuss, Enric Mas, Carapaz, Roglic, Dan Martin, Chaves y Grosschartner, los que se van hacia adelante. Se suceden los escarceos, pero el que cuenta es el de Roglic, potencia pura a 500 metros, irresistible y vencedor. La Vuelta empieza como acabó en 2019 , con el esloveno al mando.