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Bettini esquiva las chinchetas

Se sabía que a Toledo la ciñe el Tajo. Pero no que había otra cintura de protección. Trinchera invisible. Alguien había arrojado allí un puñado de tachuelas. Minúsculas trampas de asfalto.

Se sabía que en la subida al Cerro de los Palos iba a haber ... eso: palos. Pero nadie esperaba tantos pinchazos. En ese sorteo impuesto por la acción de algún irresponsable, a Valverde le tocó una chincheta. Con Toledo ya a la vista. El murciano paró en la cuneta y se frotó los ojos. No lo creía. Todo un día de mala suerte: antes, en el kilómetro 68, se había caído. Su trompazo habitual en cada vuelta. Chico de costumbres: apareció por Toledo con un tobillo quemado por el golpe.

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