Baloncesto / Euroliga
De la bronca del Chacho a la fe de Tavares: así renació el Madrid en Belgrado
Los blancos encontraron su mejor versión en el lugar más inesperado y ahora están a un partido de clasificarse para la Final Four
La lesión de Deck enfría la épica
Chacho Rodríguez y Rudy, el jueves en Belgrado
La doble victoria en Belgrado del Real Madrid ha supuesto un chute de energía para el proyecto dirigido por Chus Mateo. El verdugo estaba listo, con hacha afilada, para decapitar al Madrid 22-23, un grupo con mucho talento y repleto de jugadores ... que hacían que las expectativas para esta campaña fueran máximas, ya superado el duro palo que significó la marcha de Pablo Laso el pasado verano. Sin embargo, según avanzaban los meses, algo no cuajaba. El Madrid se imponía porque su calidad coral es infinitamente superior a la mayoría de sus rivales nacionales y continentales, pero las dudas estaban ahí, incapaces los blancos de superar a sus máximos rivales en la clasificación y de ejercer un dominio continuado. Ha tenido que ser arrojado el club a la arena del coliseo, al pantano de la batalla, para que el chip pudiese cambiar. Aunque pueda sonar a risa, jugar en el infierno serbio ante el Partizan le ha sentado muy bien. Se ha olvidado del presente y ha utilizado el pasado como arma, esa inyección de grandeza que solo se puede recibir cuando uno lleva la camiseta del equipo más laureado de Europa.
Para encontrar la primera piedra que edificó la remontada blanca en los Balcanes, hay que irse a la dirección del juego, al puesto de base. El Madrid lleva dos temporadas sufriendo un auténtico dolor de muelas en esta demarcación, tanto que ha inducido a jugadores que ni juegan en esta posición a hacer de director de orquesta, como Abalde, Causeur, Hanga o incluso Deck. Sin embargo, durante los dos últimos partidos de serie ante el Partizan, se ha notado la suave mano que mece la cuna. Tras una temporada muy irregular en cuanto a minutaje, el Chacho Rodríguez ha vuelto a ser titiritero, imprimiéndole al equipo una calma de la que hacia tiempo que no gozaba. Sin embargo, la influencia del canario no solo estuvo en la pista. En el primer duelo en la capital serbia, cuando peor pintaba para el Madrid, en el descanso, Rodríguez dio toda una exhibición en cuanto a experiencia se refiere. «Comenzó a gritar como una auténtico veterano. Me levantó a mí y a todo el equipo. Me dijo que si agachaba la cabeza me la levantaba y luego al resto de compañeros», aseguró Hezonja en una de las ruedas de prensa postpartido.
Otra de las claves del éxito fue la resurrección de Nigel Williams-Goss. El estadounidense no ha conseguido en sus 101 partidos con el Real Madrid asegurarse con un puesto fijo en la rotación, ni con Laso ni con Mateo (con el primero incluso se caía de las convocatorias en los duelos más importantes). Tampoco las lesiones han ayudado, pero el ex de Utah Jazz silenció todas las críticas en el tercer partido de la serie, autor de 22 puntos y del triple decisivo que permitió al Madrid ganar una vida extra que ni sabía que tenía. En el cuarto envite, aunque no se prodigó tanto en la anotación, sí supo quitarle presión a sus compañeros cuando el balón, prendido por las llamas de Belgrado, era un manso animal en sus manos. De hecho, bajo su dirección, el Madrid firmó uno de sus mejores primeros cuartos de la temporada.
«La defensa es el camino para la victoria», dijo Chus Mateo una vez asegurado el quinto partido en la capital española. El técnico madrileño, desde que asumió el puesto de primer entrenador en verano, ha tenido predilección por generar quintetos desde su pizarra que no tuviesen fisuras defensivas. Es por eso que los balcánicos Musa y Hezonja, dos superdotados de cara a la canasta rival, han tenido incómodos momentos en el banquillo cuando el partido se decidía. Pero ambos, bosnio y croata, han dejado momentos para el recuerdo sobre el parquet del Stark Arena, de lucha, sacrificio, donde pese a que no les tocaba estar ahí, sacrificaron sus galones, de general a solado raso, para dar la victoria al equipo: «Estoy muy orgulloso de ellos», reconoció Mateo.
Por último, Tavares. Se acaban los adjetivos para describir a la bestia caboverdiana que, pese a ser uno de los mejores jugadores de Europa, el terror de Belgrado desde hoy, siempre mantiene un perfil bajo, amable, bonachón, al menos con los medios, porque una vez se viste de corto quema tierra allá por donde pasa. Con la pierna casi encabestrada, 26 puntos en el primer partido y canasta decisiva en el segundo. Un hombre que no solo disimula un mal partido de su equipo, sino que incluso le hace ganarlo. Con un año de contrato por cumplir, al pívot de 31 primaveras parece que aún le queda lo mejor por venir. «Vamos a disfrutar», le suele decir a sus compañeros antes de saltar a la pista, ya sea en un partido de pretemporada o en un duelo decisivo ante el Partizan.