Champions League
Un Atlético muy escaso en Europa
El Chelsea elimina en octavos al equipo rojiblanco, que se mostró muy limitado y acabó con Savic expulsado
Crónica
Otro año se despide el Atlético de su torneo maldito, el que es una condena para su afición. No mereció mejor suerte frente al Chelsea, un grupo rocoso que hizo parecer insustancial y limitado al Atlético. Se requería jerarquía y la tropa de Simeone mostró ... tibieza. El resultado de la ida, ese 0-1 con superpoblación de defensas colchoneros, resultó definitivo en la eliminatoria.
El Atlético vive mejor en la proeza y la sensación épica que en la iniciativa o el espíritu proactivo. Se maneja con más destreza después de un comportamiento penoso que frente a la toma activa del control que implica anticiparse a los acontecimientos. Dicho en breve, mejor el 0-1 establece un riesgo de cerrar los ojos y arriesgar con todo que el 0-0 para especular y mirar siempre de reojo el marcador. Perdió la tropa rojiblanca en Bucarest y se presentó en el barrio chic de Londres con lo mejor de su repertorio. En nombres y en actitud.
Cuatro defensas, centro del campo con vocación ofensiva en Llorente y Carrasco, más la creatividad de Joao Félix y la amenaza de Luis Suárez. Una alineación que entra por los ojos para combatir a un Chelsea poderoso con la batuta del alemán Tuchel: doce partidos sin derrota, diez sin recibir un gol, pese a que su portero (el francés Mendy) parece recién ascendido de juveniles.
Espuma por la boca
El Atlético sale al Stamford Bridge echando espuma por la boca, conducta vehemente que tiene que ver con lo pusilánime que fue en su casa de Bucarest hace tres semanas. Asoma el equipo con el pañuelo pirata, agobiante la presión desde el primer minuto tan cerca de Mendy como puede. Intenso, vigoroso y ardiente, se asemeja al cholismo auténtico, el de Gabi, Godín y Raúl García. Muerden los colchoneros porque el mensaje es otro. «Hay que ganar, no hay otra», proclamó Simeone con énfasis.
Como no hay otra, el Atlético no mira para atrás. El talante se refleja en el primer minuto: la incursión de Llorente por la derecha y el tiro taponado por la defensa inglesa. Hay ritmo, combinaciones y ambición. Y no hay que ir a Oxford para emitir ese diagnóstico. Todo está a la vista. Sucede que el Chelsea también es codicioso en la presión. Oblak tiene dificultades para no obligarse a patear cada pelota que le llega, tan consistente es el ímpetu británico.
El ardor guerrero del Atlético se diluye a medida que el Chelsea controla la pelota, Kovacic hace de Iniesta y Ziyech culebrea como una anguila frente a Lodi. No hay ocasiones, pero el Chelsea es sólido. Defiende muy bien y sale con velocidad cuando puede. Werner es una bala. Joao parece motivado para dar lo mejor de su esencia, pero el partido se endurece para su equipo. Una contra de Havertz para Werner acaba en un tiro a bocajarro de Ziyech que supera a Oblak.
El Atlético no encuentra soluciones, pese a que en la banda derecha no falta el interés de Trippier y Llorente por establecer su célebre conexión. El Chelsea no concede oportunidades, casi no concede acercamientos a su área, y se siente muy cómodo en esa nube que flota en la zona de influencia de Koke y Saúl. Insustancial el Atlético con la pelota , invisible Suárez, inoperante por una vez Carrasco, el partido se le escurre entre los dedos al líder de la Liga.
Simeone agarra el partido por la solapa y trata de dar la vuelta a la noche con cambios que recuerdan a la eliminatoria con el Liverpool en Anfield, cuando descubrió a Llorente en la mediapunta al retirar a Diego Costa. Ahora quita a Luis Suárez , que ha hecho poco pero que es propietario del aval de sus goles. Sonríe sarcástico el uruguayo al ser sustituido por Correa. Queda Dembelé y su corpachón de soldado en el campo, también Joao, Correa y a última hora Lemar. Talento a contrarreloj para mitigar lo que parece inevitable.
No pasa nada en el partido, más allá de la tensión del momento. Solo los tiros de Joao Félix, su empeño por rescatar a su equipo, sobresalen en una noche aciaga. Han pasado ochenta minutos y el Atlético no ha generado juego para reconducir la eliminatoria. Obtuso en la elaboración, escaso en la exhibición de talento y sin sensación de seguridad ante las galopadas de Werner y Ziyech, acaba el partido con Llorente en el lateral derecho, Hermoso por la izquierda y Dembelé tratando de cazar cuaqluier cosa parecida a un pase. Joao es buenísimo, pero no ejerce una influencia definitiva en el Atlético. El asunto acaba en gresca, Savic estira el codo y Rudiger se desvanece. Roja y bronca del balcánico, que, como su equipo, ofrece una lastimosa sensación al clausurar el partido con el segundo gol del Chelsea.
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