LEER LOS ClÁSICOS

Paulino Uzcudun «El leñador de Régil»

Fue campeón de Europa y aspiró al campeonato mundial de los pesos pesados. Su palmarés: 50 victorias en 70 peleas

Paulino Uzcudun «El leñador de Régil» Carbajo

ANDRÉS AMORÓS

Para la estimación popular del boxeo, entre nosotros, jugó un papel decisivo el vasco Paulino Uzcudun. Fue el mejor peso pesado español de la historia . Por su bravura y su envergadura le apodaron «El toro vasco»; por su origen, «el leñador de Régil».

Nació en ese pueblo guipuzcoano en 1899. Era el más pequeño de nueve hermanos, dentro de una familia rural acomodada. Después de algunos ensayos como aizcolari, se pasó al boxeo : disputó los primeros combates en Francia, donde le pagaban más. Consiguió el Campeonato de España de los grandes pesos al vencer por K.O. técnico en París, en 1924, al catalán José Teixidor.

Dos años después, se proclamaba campeón de Europa al derrotar a los puntos, en Barcelona, al italiano Ermanno Spalla.

En 1927 emprendió la gran aventura americana. Llegó a la cumbre al disputar el campeonato mundial en Roma, en 1933 , al gigantón italiano Primo Carnera, que le ganó a los puntos. Dos años después, en 1935, le derrotó el joven Joe Louis.

A la pelea con Carnera, que tuvo lugar el 22 de octubre de 1933, en la plaza de Siena de Roma, le dedicó ABC tres páginas. Primo era, para los fascistas, el símbolo de la fortaleza italiana.

La pelea es a quince asaltos y asisten setenta y cinco mil espectadores . Empieza el combate con retraso para que pueda llegar el Duce. «Carnera daba la sensación de ser más grande que nunca. A su lado, Uzcudun parecía un juguete: para poder llegar a la cara de su enemigo, tenía que saltar». Al principio, el público se ríe del púgil vasco; luego, su coraje hace que lo ovacionen con fuerza , comienzan a silbar a Carnera, a pesar de que acaba ganando a los puntos. Concluye el cronista de ABC, un tal Ferretti: «¡Bravo, Uzcudun! A los 34 años, resistir a Carnera es una maravillosa hazaña: ningún boxeador actual, en todo el mundo, lo hubiera logrado». Y se habla de una posible revancha, en el Madison Square Garden.

La última pelea importante del boxeador vasco tiene lugar en Nueva York, en el Madison, el 13 de diciembre de 1935 . Paulino tiene ya 36 años cuando se enfrenta al «bombardero de Detroit», Joe Louis, de 21 años. Su palmarés es impresionante. En poco más de un año ha disputado 25 combates: ha ganado todos; 21, por K.O. Se recaudan más de doscientos mil dólares, asisten diecinueve mil espectadores. Recurre el boxeador español a las fintas, a esquivar golpes, pero su inferioridad es clara. Hasta el final intenta atacar, pero recibe un fuerte castigo: un directo de derecha le tumba en la lona: K.O. técnico en el cuarto asalto. Es el único K.O. que sufre en toda su carrera . El público lo despide con una gran ovación, por su enorme acometividad.

Todavía disputó una última pelea, en El Escorial, en un ring improvisado: ganó por puntos al cántabro Rodolfo Díaz. Se retiró después de 70 combates, con 50 victorias y 15 derrotas.

En la Guerra Civil, Uzcudun fue firme partidario de Franco . Corre ahora la leyenda de que participó, con las SS, en un intento de liberar a José Antonio Primo de Rivera de la cárcel de Alicante. Fue gran amigo de Vicente Gil, médico personal del Caudillo y presidente de la Federación Nacional de Boxeo.

En 1966, Manolo Summers le dedicó un episodio de su película «Juguetes rotos»: juega con su hijo Juancho, de 12 años, y se fotografía con él, delante de una pizarra con teoremas: «Es un buen estudiante. No quiero que sea boxeador. Pero esto se hereda...».

Tenía la superstición de hacer gimnasia, en el ring, tumbado en el suelo. En una dedicatoria autógrafa, escribió estas frases: «El boxeo es el más completo de todos los sports ; su entrenamiento, excesivamente duro y fatigoso. Sólo la perspectiva de la gloria es lo que nos anima en los momentos de desfallecimiento. He querido llegar a ser un campeón digno de mi país ». Murió en 1985.

Consiguió la gloria y el campeonato. En mi niñez lo vi varias veces, paseando por la glorieta de Iglesia, entrando en «La Colorada», una casa de comidas del barrio: un gigante, un poco encorvado, apoyado en su cachava, con su boina de siempre y una sonrisa de oreja a oreja. ¿De cuál de sus combates se estaría acordando?

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