Aficiones peligrosas
Como Kubica, numerosos deportistas pagaron con su salud los «hobbies» que nada tenían que ver con su profesión
Seis días para la verificación de que no perderá la mano y un año para recuperar la funcionalidad. Robert Kubica ha pagado un oneroso peaje por su amor a los rallys, un deporte que le proporcionaba «equilibrio emocional», según el jefe de la escudería Renault ... Eric Boullier. Como el piloto de Fórmula 1, las hemerotecas están repletas de celebridades que sucumbieron a una pasión que nada tenía que ver con su profesión. Lo pagaron con su salud y en, algunos casos, con su vida.
En la Fórmula 1 sobran los motivos para racionalizar que los pilotos adoran el riesgo. A Mark Webber le gusta tanto o más el ciclismo que su propio deporte. El piloto de Red Bull ya ha visitado dos veces los hospitales en los últimos dos años por su inclinación hacia la bici. En 2008 estuvo en un tris de no comenzar el curso por una caída mientras competía en una prueba benéfica en Tasmania. Apareció cojeando en la primera carrera del año. Y algo menos grave fue su accidente de la campaña pasada. Con el título en juego frente a Vettel y Alonso, se fracturó el hombro al chocar contra un amigo con el que salió en mountain bike. Pero no lo dijo hasta que no terminó el Mundial y lo publicó en un libro, para fastidio de los jefes de su equipo.
El colombiano Juan Pablo Montoya arguyó una mala pisada en la pista de tenis para justificar una fractura de hombro que lo retiró del Mundial en 2005. Michael Schumacher, aburrido por la inactividad, acabó en un hospital de Cartagena después de hacer el cabra con una moto.
Las aficiones motorizadas conllevan un plus de inseguridad que, en ocasiones, terminan en tragedia. Payne Stewart, el golfista estadounidense de los bombachos, administraba su tiempo libre en función de las horas de vuelo. Adicto a las avionetas, murió en 1999 al estrellarse el jet privado que pilotaba. Y con él, otros cinco pasajeros.
Algo similar le ocurrió a Colin McRae, rival de Carlos Sainz en los noventa. El escocés falleció en un helicóptero que él mismo tripulaba. El ex piloto de Fórmula 1 Sandro Nannini perdió un brazo en un episodio con las aspas de un helicóptero.
40 perdigones para Lemond
Greg Lemond era un apasionado de la caza y por ahí se resintió su carrera ciclista. Ya había ganado un Tour (1986) y en 1987 recibió 40 perdigones del arma de su cuñado en una montería. El suceso lo retiró casi dos años de la competición, aunque luego volvió y ganó el Tour dos veces más (1989 y 1990).
La vida secreta de los campeones y sus costes. Según un estudio que publicó la Mutualidad General del Deportista, el ranking de deportes de riesgo lo encabeza el montañismo, seguido a corta distancia por la espeleología, las actividades subacuáticas, el automovilismo, el motociclismo, el ciclismo, el tiro y el esquí.
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