La Super Bowl, guacamole y fútbol para mitigar la pandemia

Hablar de la edición 55 de la Super Bowl es hacerlo de Tom Brady y de Patrick Mahomes . El primero, de 43 años, es uno de los quaterbacks más laureados del deporte . El otro, de 25 años, uno de los deportistas mejor pagados de la historia, con un contrato de 503 millones de dólares (417 millones de euros) a cobrar en los próximos 12 años. Brady, por su parte, habrá jugado hoy diez finales de la NFL en su carrera, en las que ha conseguido alzar el trofeo en seis ocasiones. Mahomes, actual campeón con sus Kansas City Chiefs, ha disputado dos en los últimos tres años, incluyendo la de este domingo. Un vaivén de números que tienen una clara traducción. Un cambio en la liga, un jugador que se despide a lo grande y otro que llega para recoger la corona.

Otra de las curiosidades que trae la final es que los Tampa Bay Buccaneers, conjunto de Brady, jugarán como locales, pues la sede de la final se estableció al principio de la temporada en la ciudad del oeste del estado de Florida. Además, esta será la primera edición que tendrá a una mujer, Sarah Thomas, como parte del cuerpo arbitral. En esa misma ciudad, en el ecuador del partido, tendrá lugar el concierto del descanso . Por su escenario han pasado artistas de la talla de Prince, Lady Gaga, Madonna o Bruce Springsteen. Este año, el turno será para The Weekend y su ya inmortal «Bleeding Lights» y para Miley Cyrus. Unas actuaciones que tendrán de espectadores a 25.000 personas in situ, en plena tercera ola del coronavirus. Una prueba de la convivencia obligada que los eventos deportivos tienen que hacer con la situación sanitaria actual, pero que también encierra un homenaje necesario. Más de siete mil sanitarios vacunados estarán sentados en las gradas , con una entrada que les ha salido a coste cero.

Habrá historias con miga sobre el césped también. Rob Gronkowski , con fama de juerguista multidisciplinar, se retiró en 2019 con solo 29 años, cuando militaba en los Patriots de New England con Brady como mejor socio. Una marcha de la que volvió de forma sorprendente este año. «Dije desde el inicio que no regresaría a no ser que tuviera ganas. Es el momento», explicaba el jugador el pasado mayo tras firmar con Tampa. Una decisión en la que, como ambos han reconocido, tuvo mucho que ver Brady, quien cambió el frío Massachusetts, donde había jugado toda su carrera, por la soleada Florida en verano y reclutó a algunos de sus viejos camaradas para esta nueva aventura. Parecido es el caso del talentoso Antonio Brown , una carrera turbulenta la suya, y que fue, durante unos pocos partidos, jugador de los Patriots hace dos temporadas. Una acusación de acoso sexual acabó de rematar su trayectoria en la NFL, hasta esta noche, claro, en la que aspira a su primer anillo.