Juegos de Invierno

Pekín 2022 exhibe la nueva guerra fría

La capital china estrena hoy sus Juegos Olímpicos de invierno en pleno enfrentamiento con Occidente por el coronavirus y la represión en Xinjiang

La PCR nuestra de cada día en Pekín 2022

Viaje a la burbuja blindada de los Juegos de Invierno

El estadio nacional, durante uno de los ensayos de la ceremonia de inauguración Reuters / Vídeo: La antorcha Olímpica continúa su recorrido por la Gran Muralla China - ATLAS

Catorce años después, Pekín vuelve a inaugurar hoy ( 13.00, Eurosport ) unos Juegos Olímpicos, convirtiéndose en la única ciudad del mundo en acoger tanto los de verano, en 2008, como estos de invierno en 2022. En esta década y media, muchas cosas han ... cambiado, pero otras siguen igual.

En lo que supuso su puesta de largo ante la comunidad internacional tras su extraordinario crecimiento económico desde su apertura al capitalismo, la China amable y abierta al mundo de 2008 se lució esplendorosa con los Juegos de Pekín. Como recuerda perfectamente este corresponsal, que también estuvo en el Estadio ‘Nido de Pájaro’ aquel tórrido 8 de agosto, los Juegos empezaron con una tanqueta de la Policía vigilando el centro de prensa y terminaron con un enjambre de vendedores callejeros ofreciendo a sus puertas camisetas y Rolex falsos. Ninguna imagen resume mejor la diferencia con los actuales Juegos de invierno, celebrados bajo una burbuja contra el coronavirus que es toda una metáfora del cierre y aislamiento de este país desde que estalló la pandemia en Wuhan hace ahora dos años.

Con su origen todavía por averiguar y las dudas sobre China por su encubrimiento inicial y demostrada opacidad, el Covid-19 no solo ha reventado la globalización, sino que ha exacerbado la hostilidad política entre el autoritario régimen de Pekín y las democracias occidentales. Buena prueba de ello es el boicot diplomático de Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Holanda y Bélgica por la represión en Xinjiang y el recorte de libertades en Hong Kong. A ellos se suman las repúblicas bálticas de Lituania y Estonia por su reciente choque con China sobre Taiwán. Aunque en 2008 también hubo un llamamiento al boicot por la represión sobre la revuelta que sacudió al Tíbet en marzo de ese año, a la ceremonia de apertura acabaron asistiendo los entonces presidentes de EE.UU. y Francia, George Bush y Nicolas Sarkozy.

En esta ocasión, el presidente chino, Xi Jinping , estará acompañado por una docena de los líderes más autoritarios del planeta, desde su homólogo ruso, Vladímir Putin , hasta el príncipe Bin Salman de Arabia Saudí, pasando por los dirigentes de las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central y los jeques petroleros del Golfo Pérsico.

De Europa acudirán los presidentes de Polonia y Serbia, Andrzej Duda y Aleksandar Vucic; el Gran Duque Henri de Luxemburgo y el príncipe Alberto II de Mónaco. Pero no mandatarios de peso internacional como el presidente francés, Emmanuel Macron , ni el nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, quien el miércoles por la noche anunció su ausencia tras semanas de incertidumbre.

El enviado español

Por parte española acude el ministro de Cultura y Deportes, Miquel Iceta , que es una de las representaciones más altas de la Unión Europea en vista del vacío que están dejando sus Gobiernos. Otros Estados miembros, como Francia o Finlandia, también han enviado a sus titulares de Deportes o incluso a sus viceministros, como es el caso de Italia o Grecia. Aunque varios países, como Hungría, Montenegro o Letonia, mandan a sus embajadores, muchos diplomáticos europeos han declinado la invitación con el argumento de las fuertes restricciones y controles del coronavirus para este tipo de eventos.

Las disputas de China con sus vecinos también han llevado a Japón a no enviar ninguna delegación , aunque aclarando que no se trata de un boicot. Por su parte, Corea del Sur manda solo a su ministro de Cultura, Deportes y Turismo, Hwang Hee, lo que sin duda es una representación mínima para tan importante socio comercial.

De América vienen los presidentes de Argentina y Ecuador, Alberto Fernández y Guillermo Lasso, que intentarán sellar acuerdos económicos con Pekín. Además, asisten el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach; el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Mientras es posible que el doctor Tedros intente aprovechar la ocasión para pedir una nueva visita de la misión de la OMS sobre el origen del coronavirus, la presencia de Guterres está marcada por la polémica. El retraso del informe sobre Xinjiang del Alto Comisionado sobre Derechos Humanos ha desatado las denuncias de una supuesta connivencia de la ONU con Pekín para que no fuera publicado antes de los Juegos Olímpicos. Los abusos son tan graves en Xinjiang, donde el régimen ha montado un sofisticado ‘Estado policial’ y confinado a un millón de uigures en campos de reeducación para prevenir el terrorismo islamista, que el COI ha tenido que negar que los uniformes de los Juegos vengan de allí. Pero, al margen de los dos principales proveedores, Anta y HYX, una firma textil de Xinjiang, Yaju Bedding, sí ha entregado 2.000 trajes, guantes y gorros para los voluntarios, según informa el periódico ‘South China Morning Post’.

Justo después de Pekín 2008, estalló la crisis financiera global, que aceleró el auge de China y el declive de Occidente . Exactamente lo mismo que ahora está haciendo el coronavirus. Con el eco del boicot occidental a Moscú 80 por la invasión de Afganistán, que luego el bloque comunista replicó contra Los Ángeles 84, en Pekín arrancan hoy más gélidos que nunca los Juegos Olímpicos de la nueva ‘Guerra Fría’.

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