Dejen tranquilo a Mechaal

Vamos por partes. Mario García Romo, el salmantino emigrado a Estados Unidos, todo un campeón universitario de la milla, dio un portazo brutal el domingo en Nerja ganando el Nacional con autoridad, frescura, inteligencia y velocidad final. La suya fue una recta bellísima, llena de soltura, elegancia y chispa. Parecía Steve Ovett.

García Romo se convertía así en un fijo para estar en las pistas de Hayward Field, lugar de peregrinación de los corredores yanquis en memoria del malogrado Prefontaine. Así, quedaban dos plazas libres. Una de ellas era claramente para Katir, líder del ranking 2022 con un crono de 3m34s95 y segundo en la meta de Nerja. Y ahora venía la decisión final.

Nacho Fontes ganó el bronce en el Nacional y Adel Mechaal fue cuarto, bien derrotado por el granadino. Surgían aquí las dudas acerca de qué criterio debe predominar en una selección. Nada nuevo en el 1.500 español, por otro lado, si se recuerda cómo Estévez se quedó en casa en los Juegos de 2000 igual que pasó con Higuero al año siguiente.

¿Enfrentamiento directo? ¿Marcas en el ranking? ¿Palmarés en la alta competición? Hay diferentes parámetros para decidirse en una selección de atletismo, un deporte tan medible y a la vez tan opinable. En mi opinión, la decisión final, Mechaal por encima de Fontes, es acertada. El currículum del de Palamós en la alta competición es superior al del andaluz. Mechaal corrió un 1.500 soberbio el año pasado en la final olímpica y eso basta para decantarse por él, aparte sus numerosos podios internacionales.

Nacho Fontes ha tenido muchos apoyos en las redes sociales como era de esperar porque la suya es también una candidatura de peso. Hasta el gran Kevin López, historia de nuestro mediofondo, lo ha avalado con intensidad en Twitter . Pero el historial en la alta competición tiene un peso descomunal en atletismo. Saber rendir bajo la presión de las grandes citas es de un valor incuestionable y Mechaal lo ha demostrado con creces.

En 1984, Gran Bretaña se agitó con una polémica similar. Ovett y Cram ya tenían puesto fijo en el 1.500 por su condición de plusmarquista mundial y campeón del mundo, respectivamente. La tercera plaza se la jugaban otros dos nombres de oro de la milla: Sebastian Coe y Peter Elliott. Se enfrentaron en el Nacional, disputado en el mítico Crystal Palace londinense. Ganó Elliott y Coe fue segundo. Cuando se anunció el equipo los temidos 'selectors' se inclinaron por el historial de Coe. La prensa se indignó y se puso del lado de Elliott, que trabajaba como soldador y representaba a la clase obrera del Norte del país. Coe, por el contrario era hijo de la Inglaterra acomodada, un mediofondista nacido del 'establishment'. Un mes más tarde, Sebastian Coe se proclamaba campeón olímpico de los 1.500 metros en Los Angeles y lo hacía con su acostumbrada zancada, vibrante, elegante y ligera a la vez. Fín de la polémica.