Canelo y Golovkin sellan con nulo el combate del año

Gennady Golovkin , que ha sido padre hace dos semanas (y que aún no conoce a su hija porque ha dicho que lo mejor que podía hacer por ella entrenar), subió al ring en primer lugar. La liturgia del boxeo dice que el campeón es el último en aparecer pero Canelo hizo valer su carisma para quitarle, desde el mismo vesturario, la batuta al kazajo. Golovkin, «GGG» para los amigos, no pudo colocar esos golpes con los que ha dominado, sin discusión y durante años, la división del peso medio.

Durante los seis primeros minutos la pelea se movió en el escenario de la prudencia, que es donde Canelo, contragolpeador habitual, se encuentra más cómodo. Los dos boxeadores se miraban fijamente, como por encima de las gafas de un lector veterano, pero en el tercer asalto hubo un primer cambio de guion. Los dos buscaron el centro y Canelo aceptó prestarse al intercambio de golpes y torear junto a las cuerdas. Cambió la calma de los primeros minutos por algunas acciones de cara a la galería , bajando las manos o, como en un momento al final del cuarto round, pasando el guante por encima del ensogado tras esquivar una ofensiva de Golovkin, que parecía boxear una velocidad por debajo de su rival.

En el quinto, Canelo volvió a esperarle en las cuerdas. Recibió golpes severos negando con la cabeza, como si nada hubiera pasado, que es señal inequívoca de haberlos sentido. «Cometiste el error que habíamos platicado. Te quedaste en las cuerdas. Ahí te ha metido el golpe que te ha metido porque te lo buscaste» , le afeó Eddy Reynoso. La regañina surtió algo de efecto en Canelo, que volvió a caminar sobre el ring y a no dejarse pegar. El mexicano quiso ganar desde la táctica pero dejando patente su teórico dominio con ligeros desplantes que le corrigieron de nuevo en el descanso del sexto asalto. «No quiero que te sobres ni te burles de él» .

Golovkin no ofreció un «plan B» : siguió cortando las salidas pero sin afinar del todo con los golpes. El combate se aproximaba a una puntuación ajustada y la juventud acudió al relevo de Canelo, que le hizo fallar muchas manos Golovkin. No fue hata el noveno asalto cuando el mexicano se atrevió a atacar con decisión verdadera. En ese momento la pelea parecía decidida: se había boxeado al son de Canelo , que había sido el mejor pasando manos y después colocando golpes. El factor oxígeno comenzó a ser decisivo mientras a Golovkin le faltaba acierto en sus ataques.

En esos tres últimos episodios salió la versión más efectiva de Canelo, que quizá no sea suficiente para generar unanimidad en torno a su boxeo, pero sí le valió para, en teoría, decantar la pelea. Sin embargo, el nulo deja en un «To be continued» la pelea que el aficionado pedía. Ahora será la gente del mexicano quien marque los tiempos en los despachos de la misma forma que el mexicano pareció marcarlos hoy encima del ring. Continuará...