El trienio aberrante del arte que pocos vieron venir

Un arte feísta y semi-abstracto, valioso y novedoso, único y obsoleto, puesto que se utilizaban redes neuronales vetustas para crear deformaciones horripilantes ahora suavizadas. «En 2019 había redes como StyleGan o BigGan, las imágenes eran pequeñitas, de pocos píxeles. El punto de inflexión fue Dall-E, con imágenes más aceptables» que las aberraciones que Moreno Sánchez ampliaba al óleo 2x2. Su primera exposición con este material iba a ser en primavera de 2020 en Sevilla, pero cayó la Covid.

En aquel entonces, la tecnología ya permitía crear imágenes a tutiplén, aunque solo había un par de aplicaciones y no eran muy populares porque el resultado no era tan pintón como ahora. «Porque generaban monstruos. Era feote, pero importante. Artistas de la época había pocos. El más famoso era el alemán Mario Klingermann, el pionero».

El proceso era muy primario: «Tú decías 'perro' y te generaba un perro deforme. Le decías 'metralleta' y hacía una metralleta deforme. Y, luego, le decías 'mezcla el perro y la metralleta' y te generaba un 'perro-metralleta'». Retorciendo las peticiones, Moreno Sánchez fabricaba locuras virtuales que llevaba al caballete, un camino natural para quien antes pintara (tipo Francisco Casas) fotos digitales de gente borracha medio cayéndose, ángulos raros y actitudes desenfadadas, fotos en las que pasa algo pero no se sabe bien qué. La extrañeza.

«Me gusta referir como arqueología lo de la IA. Mi ejemplo favorito es el del coche de Fórmula 1, que acaba la temporada y ya está viejo, va al museo porque ya no va a competir más. Esto es un poco así. Hace un año se generaba más monstruosidad que la que se genera hoy». ¿Y no será esto el progreso? ¿Producir menos monstruosidad hoy que ayer?