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ABC Cultural

A la contra

'La Ilíada' posmoderna

Ya no se enzarzan nuestros intelectuales por defender la honra de una dama o un amigo, ni el talento o la reputación propias. El duelo ahora es a muerte ante el medidor de audiencias

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Rebeca Argudo

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«Este, en quien hoy los pedos son sirenas, éste es el culo, en Góngora y en culto, que un bujarrón le conociera apenas», escribía Quevedo a Góngora. Y aquel contestaba que «musa que sopla y no inspira, y sabe que es lo traidor poner ... los dedos mejor en mi bolsa que en su lira, no es de Apolo, que es mentira». Que si Góngora era homosexual, que si Quevedo, un ignorante. Que el primero narizotas, que el segundo borrachuzo. Las grandes mentes, nuestros intelectuales de referencia, han tenido enfrentamientos, unos mayores que otros, a lo largo de nuestra Historia: Unamuno y Rubén Darío, Lope de Vega y Cervantes, Camus y Sartre, Gertrude Stein y James Joyce, Rimbaud y Verlain. Que el rencor es muy sano y la vida se hace bola.

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