Una mirada académica
Como la luz en el prisma óptico
Las palabras, limitándonos a voces descriptivas, sustantivos, adjetivos, verbos, son haces de luz
Paz Battaner
La luz que incide en un prisma óptico refracta, refleja y se descompone en los colores del arco iris. ¿Cuál puede ser el prisma óptico que ayude a ver la luz que llevan las palabras? Porque las palabras, limitándonos a voces descriptivas, sustantivos, adjetivos, verbos, ... son haces de luz.
No hace falta ser lingüista para que un hablante actúe como un prisma óptico. Todos los hablantes en algún momento se detienen en alguna expresión cuando advierten una anfibología, cuando se corrigen, cuando quieren expresar o marcar un compromiso. Como muestra de lo que en general solemos hacer, veamos tres ejemplos puestos en boca del mismo personaje de una novela de Javier Marías, autor en el que la reflexión sobre la lengua y su uso era continua.
El hablante consciente actúa de prisma óptico para el léxico
Una palabra, al cambiar uno de sus matices frente al que normalmente se le asigna y tomar dirección distinta a la que es su primera acepción en el diccionario, sufre un fenómeno de refracción. El personaje que seguimos se sincera: «… en mi época profesional en Londres, o digamos retribuida, aprendí que…». Aquí el adjetivo «retribuida» ayuda a cambiar la dirección que se atribuye a «profesional», enfoca solamente uno de los sentidos que puede haber en «profesional» y vela otros.
En otras ocasiones, la luz de la palabra retrocede al chocar con una de las caras del prisma; y, solo en su reflejo, ya se ve de otra manera; como hablantes, tomamos constancia de su valor. Seguimos leyendo: «Siempre es posible y aun fácil irse de la lengua, qué expresión tan hermosa, a la vez amplia y precisa», irse de la lengua.
Y ocurre también que la palabra se descompone, sus diversos componentes se separan y muestran que en ella hay más de un valor que conviene tener en cuenta. El adjetivo «fascista», dice el mismo personaje, «se está convirtiendo en un calificativo anticuado y a menudo impropio o por fuerza impreciso, aunque yo suelo emplearlo en un sentido coloquial y probablemente analógico, y en este sentido y con ese uso sé bien lo que significa y sé que no me equivoco». «Fascista» hoy guarda un significado complejo del que el personaje hace gala de advertir y de saber usar.
Las palabras refractan, reflejan y descomponen sus peculiares matices semánticos cuando el hablante reflexiona sobre las posibilidades que encierran. El hablante consciente actúa de prisma óptico para el léxico.
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