Ortega, un pensador en la corte de Talía

Apunta el director que 'Ortega' sigue la estela del anterior montaje, inspirado en Hannah Arendt. «Son los dos pensadores del siglo XX y abordan cuestiones que nos atañen y nos preocupan, como puede ser su crítica a los totalitarismos -los dos nos previenen de esa polarización que impide un espacio de pensamiento crítico libre-, o de la relación con el pasado, que Ortega circunscribe a la realidad española».

¿Y cómo se sentiría Ortega y Gasset en la España actual? «Yo creo que un poquito decepcionado -sonríe Ernesto Caballero-. Se ha criticado mucho el silencio de Ortega, que en 1932 dejó la actividad política, que después se marchó al exilio y calló, volvió a España y siguió callando. Y interpreto ese silencio casi como un manifiesto, como un 'decir no diciendo'. En un clima de polarización, donde digas lo que digas se te va a colocar en un lado de la trinchera, en el que el libre pensamiento siempre va a ser sospechoso, siempre va a estar aherrojado y sujeto a lecturas dogmáticas y perversas, es preferible callar. Ese momento lo vivió Ortega y por eso tal vez calló. Hoy en día estamos viviendo, salvando las distancias, un momento muy similar».

José Ortega y Gasset murió en Madrid en 1955. No vivió la España de la Transición, época en la que, sigue Caballero, «pudo haber visto realizado un sueño de convivencia, de cohesión territorial, de integración en Europa... Es decir, Ortega prefiguró y anunció las bases de una democracia liberal, que es la que en 1978 nos dimos, y una base de convivencia que parecía, hasta 1992, haber consolidado esa vertebración de España tan anhelada por él. Es posible que hasta ese año Ortega se hubiese manifestado, pero hoy en día creo que volvería a callarse».

Karina Garantivá discrepa: «Ortega es el filósofo español por excelencia, y él ambicionaba serlo. En sus notas personales él dice que una de sus ambiciones es ser ese filósofo para España. Y eso lo ha conseguido, tanto es así que estamos hablando de él; que una chica que viene de Latinoamérica y que hace teatro ha escrito una obra sobre él, que se estudia en los colegios y las universidades... Nadie hasta el momento ha levantado más alto ese relevo filosófico, nadie ha ido más allá todavía, con una obra tan consolidada y tan reconocida. Yo creo que en ese sentido estaría contento».

La filosofía y el teatro no son siempre un matrimonio bien avenido. «Ortega, como Sócrates, quiso bajar a la arena -explica Caballero-; escribió muchísimo en los periódicos y encontró en la prensa un espacio para llegar al hombre común. Una parte de su obra es muy diáfana, muy asequible, y en ese sentido vuelvo a emparentarlo con Hannah Arendt».

«Hay un teatro de tesis donde se expone una idea ya preconcebida -expone Caballero-; simplificando, que le dice al espectador lo que tiene que pensar, o que se pronuncia sobre un determinado pensamiento. Y hay otro teatro, en ese sentido más dialéctico, que lo que busca es dar qué pensar, y que propone y suscita preguntas nuevas y posturas enfrentadas, y que no toma partido. Nosotros somos más partidarios de esta segunda opción. El teatro signo, el que no es divertimento ni evasión sino que moviliza. Uno de los entretenimientos que nos ofrece el teatro es hacernos pensar sobre lo que pensamos; sobre las ideas que están, que parece que son fijas -eso que se dice de que esto ha sido así de toda la vida-. El teatro te puede llegar a cuestionarte si efectivamente las cosas han sido de una determinada manera toda la vida o si merecen serlo.; todo el teatro que aspira a no ser únicamente entretenimiento encierra un potencial y una invitación a la reflexión».

Karina Garantivá interviene para definir el teatro como « un vehículo de metáforas. Es decir, que lleva dentro imágenes, vidas, sensaciones... Nosotros creamos Teatro Urgente como un marco para hacer confluir al teatro con la filosofía mayormente, aunque también con otras disciplinas. No siempre estamos escribiendo obras sobre filósofos y sobre filosofía, pero creo que nos está permitiendo profundizar en algo que en un momento dado puede cristalizar en algo mayor. El teatro ha de alimentarse de la filosofía y de la literatura, porque si no se convierte en algo trivial, superficial, y este proyecto nos ha permitido entrar en este juego».

Creado hace tres años, el proyecto Teatro Urgente sigue siendo, dicen sus dos creadores, tan necesario como entonces. «Los barrocos nos enseñaron -concluye Caballero- que en el teatro, en el arte, una imagen es sensación y pensamiento a la vez, no se escinde... Y eso es lo que pretendemos. Si el teatro ha de hacer pensar lo ha de hacer a partir de las emociones, de las sensaciones, de las imágenes, de la imaginación; no puede convertirse en un estrado desde el que impartir una conferencia».