LIBROS
«A menudo he hecho el amor para escribir»: Annie Ernaux, en busca del tiempo perdido
La última Nobel de Literatura disecciona su relación con un hombre treinta años más joven en su último (y brevísimo) libro
Cuatro libros fundamentales de Annie Ernaux, premio Nobel de Literatura 2022
La escritora francesa Annie Ernaux, retratada en 2019
No se puede empezar una crítica mejor que este libro: «A menudo he hecho el amor para escribir». La frase, claro, nos lleva directamente a la noche en la que Luis Miguel Dominguín se acostó con Ava Gardner y nada más terminar se levantó ... de la cama y empezó a vestirse. «¿A dónde vas?», le preguntó ella. «A dónde voy a ir: ¡a contarlo!», le dijo el otro, ya con el pomo de la puerta en la mano, resumiendo, sin saberlo, el sentido de la autoficción que aún hoy llena las mesas de novedades editoriales. Annie Ernaux, al menos, dejó pasar unos años antes de sentarse a escribir su historia con un estudiante de origen humilde y treinta años menor que ella. El cuento lo terminó en el 2000 y lo retocó en 2022, después de encontrarse el texto poco antes del confinamiento, buscando inéditos para 'Cahiers de L'Herne'. Ahora llega a España con el marchamo de 'lo último de la última Nobel de Literatura'. Tiene apenas cincuenta páginas y se titula 'Un hombre joven' (Cabaret Voltaire), aunque va, por supuesto, de una mujer mayor.
El relato de lo que iba a ser un encuentro rápido e indoloro se convierte pronto en una relación: A. (así llama al susodicho) deja a su novia, y la narradora empieza a pasar días enteros con él. Y entonces viene lo interesante. Tiene Ernaux una capacidad de disección envidiable: es una entomóloga de sí misma, de su vida, y por tanto una voz original, fría como el alfiler. No se presenta como una adulta que rejuvenece, porque eso sería tópico. Ella se reconoce como alguien que recuerda. Que no vive una segunda juventud, sino que vuelve a la primera y arrastra a su amante por los lugares de su pasado. «El amor en el colchón por el suelo, en la habitación glacial, la cena frugal en un rincón de la mesa y el jolgorio juvenil al que me había adaptado fácilmente me procuraban una sensación de 'déjà vu'», confiesa, confundiendo sexo y masturbación, diálogo y monólogo. No es extraño que reconozca que, de haber tenido la misma edad que él, no le habría hecho caso. Si en 'Pura pasión' perdía el control por el deseo, aquí lo ejerce con mano de hierro.
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Aun en la corta distancia (demasiado corta aquí), Ernaux no deja de plantear sus obsesiones. Está el choque de clases, ahora retorcido y enriquecido por las arrugas. «Con mi marido, en otro tiempo, me sentía una hija del pueblo, con él era una burguesa», sentencia. El centro del conflicto, sin embargo, lo encontramos en la censura social. En un momento, A. comenta que levantan más escándalo por la calle que una pareja homosexual. «No nos veían a nosotros, sino, confusamente, el incesto», explica ella. Algo, por cierto, que también denuncia Milena Busquets en 'Las palabras justas'. Es la última frontera de la liberación del amor, y tienen a Brigitte Macron de su lado. ¿Y qué pasa cuando ocurre al revés? Ay, esa es una cuestión muy diferente. Por lo que sea.