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Manel Ollé estudia entramados que engarzaban imperios y potencias asiáticas
ensayo
Rigor y amenidad en este trabajo, donde se prueba que los imperios de la seda (China) y las islas de la plata (español) forjaron el moderno tiempo global
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Iniciar sesiónEl 20 de septiembre de 1414 llegó a la corte imperial de Nanking, en China, una jirafa. Se trataba de un regalo diplomático, un monstruo transportado por un sultán de Bengala, en la India, que pretendió aprovechar así una consolidada tradición china. La aparición ... de animales extraordinarios como este constituía un signo de buen augurio. Osos, rinocerontes, elefantes, pavos reales y avestruces poblaban los jardines imperiales, por supuesto de acceso prohibido. Nos recuerda Manel Ollé en este volumen maravilloso, que la pobre jirafa era «de segunda mano». El animal ya había sido entregado como presente en otra embajada en la costa africana de Melinda.
El colmo de estos animales raros ofrecidos por los bengalíes en la capital china «fue un prodigioso tigre vegetariano, es decir budista», recuerda el autor, con respeto y asombro. Tras el episodio, con el cual comienza el capítulo ‘El eunuco y los juncos de ultramar’, pone en valor la densidad de los entramados regionales que engarzaban principados, imperios y potencias marítimas asiáticas.
ENSAYO
'Islas de plata, imperios de seda. Juncos y galeones en los Mares del Sur'
- Autor Manel Ollé
- Editorial Acantilado
- Año 2022
- Páginas 528
- Precio 25 euros
La información aportada es abrumadora y la argumentación exquisita. Es posible que lo mejor del volumen, una delicia para cualquier interesado en la globalización y en la historia europea e hispana, esté constituido por el juicio crítico de dos marcos de referencia, dos «verdades cansadas», que es hora de dejar atrás como artefactos conceptuales de un pasado inventado.
El primero, tiene que ver con la idea de «descubrimiento», una narrativa de origen portugués que supuso un reclamo de propaganda y autoridad política, explotado en siglos posteriores para casi cualquier fin. El segundo, de origen victoriano, supuso que los europeos llegaron a Asia y, en particular a China, con un designio civilizatorio, una obligación providencial que lo justificaba todo.
Analiza a partir de una multiplicidad de fuentes y mediante una narrativa envolvente y visual
En la medida en que, en las páginas de este volumen, Ollé analiza a partir de una multiplicidad de fuentes y mediante una narrativa envolvente, visual, novelesca, lo ocurrido tres siglos atrás, lo que queda, lo que aparece ante el espejo de la verdadera historia, es la complejidad menesterosa de la presencia europea en aquellas latitudes. En particular el milagro que supuso, en ese contexto, tanto la fundación de la capitanía general de Filipinas como la supervivencia de Manila.
Integradora
La razón de todo ello, por supuesto, es integradora. Si portugueses y españoles llegaron allí y sobrevivieron fue porque negociaron e intercambiaron, también amenazaron, convirtieron, convencieron y, a veces, guerrearon. A un lado, estaban los piratas y contrabandistas de la región, los mejores del mundo, y no es ironía. Al otro, se hallaban gramáticos, misioneros y diplomáticos. «Diez ojos te miran, diez manos te señalan, hay que temer», señaló el jesuita castellano Alonso Sánchez en la década de 1580, cuando, todavía, intentaban avanzar en sus misiones chinas.
Los ocho capítulos concluyen con la publicación por el padre jesuita Francisco Varo en Cantón, en 1703, del ‘Arte de la lengua mandarina’, una peripecia en la cual el franciscano mexicano Pedro de la Piñuela, autor también de un tratado de hierbas, tuvo una colaboración decisiva. Con el estudio de tanta traducción, tanta conversación, un magistral Ollé prueba, al fin, que los imperios de la seda (china) y las islas de la plata (español) forjaron el moderno tiempo global.
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