'Libres e iguales', de Daniel Chandler: ¿vale la pena defender el liberalismo?

Estudió en Princeton y se especializó en filosofía-ética y teología. A punto estuvo de convertirse en sacerdote episcopalista. Tras graduarse en 1943 se enroló en el ejército sirviendo en el Pacífico. Fue de los primeros que estuvo en Hiroshima tras la bomba. Fue condecorado.

ENSAYO

'Libres e iguales. Un manifiesto por una sociedad justa'

• Autor Daniel Chandler
• Editorial Paidós
• Año 2025
• Páginas 480
• Precio 26 euros

Los desastres de la guerra le hicieron reflexionar, «si Dios no puede ser la base de nuestra fe en la posibilidad de una sociedad justa, ¿cuál podría ser esa base? ¿Qué es exactamente lo que la justicia requiere de nosotros? ¿Es realista pensar que podemos alcanzar una sociedad justa?». La respuesta a todas estas interrogaciones las dio en su libro 'Teoría de la justicia' (1971) que tuvo una gran repercusión.

El profesor de Harvard tenía cincuenta años. Se convirtió en uno de los grandes filósofos de la política. Otro libro suyo muy importante fue 'El liberalismo político' (1993). A pesar de la trascendencia de su trabajo, Rawls nunca llegó a ser un personaje popular fuera del mundo académico. Rechazó conferencias, entrevistas, condecoraciones (excepto la National Humanities, que le impuso el presidente Clinton, en 1999, por ayudar a defender la democracia entre las nuevas generaciones) y tampoco estuvo en los debates de actualidad.

Rawls quiso aunar la clásica tradición liberal, que valora las libertades individuales por encima de todo lo demás, con la tradición socialista dispuesta a sacrificarlas en nombre de la igualdad. Rawls fue muy criticado, pero respetado. Samuel Freeman, exalumno suyo, dijo que había muy pocos intelectuales como él. 'The New York Times' calificó 'Teoría de la justicia' como el mejor libro del año. Y el filósofo G.A. Cohen lo situó junto a la 'República' de Platón y el 'Leviatán' de Hobbes. Michael Sandel recuerda la llamada de su maestro cuando él mismo se incorporó a la universidad de Harvard como profesor raso.

Daniel Chandler que en este libro, 'Libres e iguales', nos demuestra que sabe más de Rawls que el propio Rawls, cita este comentario de Robert Nozick que es altamente significativo: «Ahora, los filósofos políticos trabajan con la teoría de John o tienen que explicar por qué no lo hacen». Eso que Nozick no siempre ha sido muy complaciente con la misma.

Chandler desmenuza la obra de Rawls y, lo más importante, es que lo hace desde las nuevas problemáticas de nuestros días. No solo afirma la actualidad de la misma, sino que también nos sugiere que la utilicemos para arreglar las discrepancias. No es un exégeta sino un intérprete imparcial. Chandler se basa mucho en la política norteamericana de estos últimos años y se inclina por un Rawls 'demócrata»' más que 'republicano'. Evidentemente Trump le horrorizaría. También Chandler se detiene en los populismos. Pero en los de derechas.

Los de izquierda prácticamente ni aparecen. ¿Qué es la justicia? ¿Cuál es la naturaleza de la legitimidad democrática? ¿Cómo podemos equilibrar las exigencias de la libertad e igualdad? ¿Cómo organizar la sociedad? Son algunos de los asuntos preferentes de este ensayo. Siempre teniendo como guion el pensamiento liberal de Rawls. Por encima de todo en ese pensamiento de Rawls se alza la idea de que la sociedad debe ser justa. Y debe serlo basándose en dos principios fundamentales: la libertad y la igualdad.

La libertad política y personal. Esta última a través de la conciencia, la expresión, la asociación, el sufragio equitativo y la legalidad del proceso político. La igualdad era para él un marco justo para pensar en nuestras estructuras sociales y económicas. Oportunidades para triunfar independientemente de su clase, raza o género. ¿Por qué vale la pena aún hoy defender el liberalismo? Se pregunta Rawls a través de Chandler. El liberalismo no es un único conjunto de ideas o políticas, sino una tradición intelectual y política amplia y en constante evolución.

Una realidad que a menudo sus críticos no saben reconocer. Hay una grave confusión entre el liberalismo y el neoliberalismo. Rawls fue muy crítico con el capitalismo, estaba a favor de una sociedad más humana, equitativa y sostenible. Estaba igualmente contra el egoísmo. La cooperación y la reciprocidad son pilares de la teoría del norteamericano. Un liberalismo igualitario. Reinventar el liberalismo como una tradición intelectual en permanente evolución.

Rawls nos invitaba a reformar y readaptar nuestras instituciones políticas y económicas más básicas: el proceso democrático así como el papel del gobierno y los mercados. Por eso su pensamiento flota entre la derecha y la izquierda. Hay un diálogo fructífero entre los liberales igualitarios y los socialistas democráticos. Estas dos tradiciones tienen mucho en común. Sin embargo al socialismo nunca le ha gustado este progresismo de centro liberal, y ha sido muy hostil con la propiedad privada, con los mercados y las empresas no estatales. La política identitaria de la izquierda más irredenta tiende a defender los intereses de grupos específicos y a veces muy minoritarios como el LGTB, mujeres, negros o discapatizados abandonando al proletariado cada vez mayor y olvidándose de la idea inclusiva del bien común.

Pero la derecha, también la más irredenta, maneja temas complejos como la inmigración, el racismo, el ataque a la democracia y a la igualdad. Rawls siempre defendió la dignidad, la justicia y los derechos de las minorías dentro de un orden constitucional. Rawls nos indicó cómo podemos superar la falsa elección entre la protección de los derechos de grupos específicos y desarrollar una agenda económica que beneficie a todos.

La libertad de expresión, el ecologismo, el nuevo contrato social, las guerras culturales, el civismo y la cultura de la cancelación, el constitucionalismo, los valores compartidos, los nacionalismos antiliberales, la inmigración, los partidos políticos, los medios de comunicación, la desigualdad, el libre mercado, la renta básica universal, los impuestos, la propiedad privada, y la propia democracia en peligro, son algunos de los otros asuntos de los que habla Chandler con el espejo.