Cinco minutos de gloria
¡Qué nivel, Maribel!
Así son las leyes del 'rapeo' electoral que vivimos estos días
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Feria del libro de Madrid, de bote en bote
Extraña coincidencia la del próximo fin de semana, al menos en Madrid. Se inaugura la feria del libro, en sus 82 edición, y se celebran elecciones municipales y autonómicas. Si hace buen tiempo, y hasta si el sol abrasa, los augurios sobre el arranque ... de la cita literaria serán más que optimistas, eufóricos. Con las mismas condiciones meteorológicas, las predicciones sobre los índices de participación electoral tenderán a la baja. No les engaña su buen entendimiento, querido lector, a la hora de sacar una conclusión al respecto: cualquier ciudadano en su 'sano' juicio prefiere pasearse a la sombra de La Chopera del Retiro, a la caza de un libro, una firma o una insolación que meter el sobre con su voto en la urna. Por eso, se me antoja que este cruce de destinos nada tiene de literario. Nada más alejado de la épica que cualquiera de los políticos de nuevo cuño. Y no digamos de la poética. ¿Y de la estética? Siete leguas de viaje submarino habría que recorrer para que ambos mundos se dieran la mano en igualdad de condiciones. Una fantasía de ciencia ficción, futurismo distópico, utópico...
Efectivamente, nada tiene de literario ese cruce de destinos previsto para el último fin de semana del mes de mayo y me pregunto cómo se me ha ocurrido trazar tal paralelismo, pero, ando medio loca a tenor de los eslóganes electorales que llevo ya escuchados o leídos en pancartas salpicadas por aquí y por allá en el paisaje urbano. No les voy a castigar con una antología de rimas facilonas y pareados con nombres y apellidos que no llegan ni a la suela de las zapatillas de los de los reyes del 'hip hop' ni a los taconazos de las reinas del perreo. El 'Hawai, Bombai es un paraíso…', de un Mecano ochentero, suena a música celestial.
¡Qué nivel, Maribel!, con esto se lo digo todo y le regalo la idea a alguna candidata cuyo nombre coincida con la susodicha Maribel que vale tanto para un roto como para un descosido. Así son las leyes del 'rapeo' electoral.