arte
Juan Uslé, la abstracción más barroca
Murcia
La pintura –y el trabajo global del artista cántabro– se mide con el escenario barroco de la Sala Verónicas en Murcia. Todos salen ganando
Lea sobre Juan Uslé en ABC Cultural
La Sala Verónicas en Murcia ocupa la antigua capilla, desacralizada, de un convento del siglo XVIII, barroco por los cuatro costados, y Juan Uslé aterriza allí con una exposición que comulga con la estética y la esencia del lugar, del entorno, de un periodo ... que la Historia se empeña en encapsular en el pasado y que los nuevos tiempos, tan ajenos a la lírica, reivindican a golpe de crisis, de fracturas, de grietas en el decorado, de lágrimas, de muecas sarcásticas… Llamémoslo Neobarroco (en término acuñado por Omar Calabrese a finales de los años noventa), que llegó para quedarse. Para ser eterno entre la eternidad.
Hacia los cielos
'De luz y sangre', se titula esta exposición del pintor (Santander, 1954), pensada ex-profeso para este espacio y que consta de dieciocho piezas (de gran y pequeño formato en las que ensambla pinturas y fotos), una instalación compuesta por 440 imágenes y una columna salomónica de nueve metros de altura que eleva, dirige, la mirada hacia los cielos, hacia la bóveda de la cúpula de la iglesia, como no podía ser de otra manera, envuelta en 'destellos' dorados y heridas, marcas rojas. Esta pieza monumental 'soporta' el título de la exposición, 'De luz y sangre'. Y digo bien «soporta» porque ejerce de pilar, de contrafuerte, de extraño centro de gravedad permanente.
A la sala Verónicas se accede por una estrecha calle de la capital murciana. A un costado, convive con la excavación, en pleno furor, de unas ruinas y, enfrente, con la entrada del mercado que lleva su mismo nombre. Lo mundano y lo sacro, la vida y la muerte, el esplendor y la pobreza, se respiran por todos los rincones, y es en esta realidad en la que parece haberse inspirado Juan Uslé para generar un nuevo ejercicio de abstracción (su pintura de madurez) y de concreción (las fotos que combina en el montaje). En el centro de la nave, Uslé ha montado una tarima de madera ('Delta') en cuya superficie distribuye una selección de 440 fotos en un mosaico que, a primera vista, puede parecer aleatorio, pero que tiene todo el sentido escenográfico, un mensaje que trasciende cualquier estética concreta.
En total, dieciocho piezas abstractas, de gran y pequeño formato, y 27 imágenes. Los títulos cierran el discurso
Mezcla de secuencias de la vida real (mendigos, personajes callejeros, rincones cotidianos…) y detalles de cuadros, retablos… barrocos. Juan Uslé ha recorrido, cámara en mano, el Museo del Prado, la Colección Thyssen, la Academia de Bellas Artes de San Fernando… Y ha captado infinitos fragmentos de un sinfín de obras, unas conocidas y otras apenas reconocibles, que alterna con esas escenas callejeras y cotidianas, vida propia y curiosidades ajenas. De la miseria al esplendor. Carne, sudor y lágrimas. Este montaje, como álbum o archivo, experimenta con el espacio de la nave, y, cual delta (de ahí lo acertado de su nombre), permite al espectador establecer relaciones entre el pasado y el presente, entre estéticas y conceptos para nada obsoletos. Al final de esta escena central, el eje eleva la mirada a las alturas a través de la columna salomónica. Tan recogida en su estilización como espectacular. Giróvaga es la hermosa palabra que mejor la define.
Constantes pictóricas
En las capillas laterales, el crucero y el altar mayor de la sala, se distribuyen la obras que combinan la pintura y las fotografías (detalles de representativos cuadros barrocos). En total, dieciocho piezas abstractas, de gran y pequeño formato, y 27 imágenes. Los títulos cierran el discurso: 'Cenizas', 'Cruz', 'Juicio', 'Asunción', 'Descendimiento', 'Tentación', 'Acápita'... Sin duda, Juan Uslé da una vuelta de tuerca a su abstracción, a sus constantes pictóricas, en este diálogo con el clasicismo que atrapa en secuencias fotográficas que van de lo concreto a lo identificable, escuetas manchas de color, pigmentos...
Juan Uslé
Juan Uslé De luz y sangre. Sala Verónicas. Murcia. C/Verónicas, 4. Comisario: Juan Bautista Peiró. Hasta el 23 de abril
La exposición avanza en recogimiento cuando accedes al coro bajo, en cuyos laterales se abren, como vanos que miran hacia la oscuridad, tres piezas de tamaño mucho más discreto que las anteriores y que compiten, en este caso, con la maravillosa celosía de hierro que separa esta nave de la sala central. Una cuadrícula perfecta que corta la arquitectura barroca y con la que Juan Uslé dialoga perfectamente. Se nota que ha disfrutado en la concepción de las obras y de los espacios, que el ejercicio de introspección de su pintura purificada, abstracta, es la quintaesencia de un discurso barroco (neobarroco).
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