Una oración IA y un hurra para Fernando Arrabal
Publican una nueva remesa de entremeses del dramaturgo junto a los de José Moreno Arenas
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesión«Yo era una inteligencia artificial antes de que nadie empezara a hablar de esto», le confirmaba el guasón de Peter Sloterdijk a Bruno Pardo en las páginas del periódico. Y Fernando Arrabal lo opuesto no es, ¡en absoluto!, pero perpendicular y cenital quizá, como ... un ángel estampado contra el capó de un camión minúsculo lleno de crucifijos y dildos envenenados con los colores de España. Y confeti. Acaba de publicar junto a los de José Moreno Arenas (ed. Libros del Innombrable) una nueva remesa de entremeses teatrales llenos de humanidad juguetona, con la que la IA ni siquiera sueña: con tu sorpresa.
Al palpar un cerebro este se siente sorprendentemente suave y delicado. Tiene una textura muy blanda, similar a la del tofu o a la de una gelatina muy densa. El cerebro es resbaladizo y húmedo, ya que está recubierto por una capa de líquido cerebroespinal que le da una sensación ligeramente viscosa. Y no tiene la firmeza de un músculo; en cambio, es frágil y se podría deformar fácilmente si se aplica demasiada presión. Esto dice la IA. Yo nunca he tocado ninguno, la IA mucho menos. Fernando Arrabal, sí. El nuestro. ¿El de todos? No no. El de Urtasun continúa invicto, por ejemplo.
En este número tan pertinente y pernicioso, en el que AILex intentaría matar a Arrabal por envidia insana hacia una versión mejorada de su capacidad, el supracapaz mirobrigense deslumbra para variar por contener multitudes de IA y de niño en estos nuevos textos, y viste de colegial o de alta costura de monasterio japonés, cuando Fidio y Lilbe, en su obra 'Oración IA', sitiados y situados en 2053, conspiran para volverse buenos. «¿Con la Inteligencia Artificial? Me temo que para lo nuestro no va a servir. Entonces, ¿cómo vamos a hacer para saber qué es lo bueno y qué es lo malo? He comprado la Biblia. ¿Eso basta? ¿Sin IA? ¿Seremos santos sin IA».
Fidio y Lilbe dialogan alrededor del ataúd negro de un niño y se preguntan cómo pudo ser posible que Dios arrancara el mundo sin ciberseguridad. Se preguntan si Chatgpt es el ¿órgano de la sumisión? Y concluyen que ya no van a poder pinchar con agujas en los ojos de los muertos ni matar a nadie más: «Peor para ellos». Un hurra por la sana maldad de Arrabal.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete