Un cine protagonizado por retrasados como nosotros

Arcadi Espada cree que leer ficción es un infantilismo como lo es creer en Dios, y en esta escala evolutiva aplicada al cine uno se inicia con el narrativo para llegar al cine de la cotidianeidad y acabar ¿solo (sin tilde) en el documental? Así, el 'mumblecore' participa del segundo escalón, el de un tipo de filmes afectos a Cassavetes, con una ausencia de recursos que es una «oportunidad para explorar lo íntimo y lo cercano; un descubrimiento del espacio habitado, por más auténtico, y una responsabilidad ética por imaginar y mostrar nuestros barrios, nuestra naturaleza y ámbitos sociales».

Ello surgió en unos años en los que «no había nada específico que distinguiera al grueso de la producción 'indie' de los éxitos 'mainstream'» y donde resultaba «casi imposible encontrar la respiración de las calles, esos terrenos cotidianos en donde se desenvolvía el día a día del ciudadano medio». O sea, un tipo de persona que de higos a brevas dice algo agudo, clave y perfecto en 'timing' y normalmente pulula por la vida como los retrasados que somos todos sin avanzar ninguna trama. Porque las vidas son más bien tiempos muertos sin apenas progreso, hilos de historias embrolladas y absurdas en nebulosas de multicapas inconscientes donde los más voluntariosos reptan un poco y el resto es arrastrado o va a remolque de su propia torpeza. Recomiendo en esta línea 'Funny Ha Ha', de Bujalski, pistoletazo y emblema del 'mumblecore', una oda al balbuceo. Su estreno mundial fue en tres cines.